Día 23- Estudios | Kiribaku

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Pov Omnisciente

La noche estaba por llegar, pues el sol se estaba comenzando a ocultar.

- Agh- se quejó cierto pelirrojo quien, rendido ante sus deberes, dejo caer la cabeza sobre su libro y la pequeña mesa que su amigo rubio mantenía en su habitación-. Ya no quiero hacer más esto- se quejó.

Llevaba por lo menos unos 20 minutos intentando resolver uno de los problemas que el rubio ya le había explicado.

Pero el mentado problema no era como los anteriores, no claro que no.

Aquel era más difícil, pero trataba de lo mismo.

Y, aunque ya entendía cómo resolver los problemas que el mayor le había explicado, no podía resolver aquel.

Y no era como que pudiese dejarlo al último y primero hacer el resto, porque, literalmente, ese era el último.

Y pedirle ayuda al mayor no era opción, porque, según palabras de este, si no podía resolver aquel problema, no podría resolver ningún otro.

Además de que no podía hacerle la tarea.

- Bakugou- le llamo, viéndole aun con la cabeza recargada en sus libros.

Ambos estaban sentados en el suelo, aunque el mayor, en vez de hacer sus deberes, los cuales ya había acabado, estaba leyendo uno de sus mangas.

- No, tienes que hacerlo tu solo- le respondió el mayor, sin despegar la mirada del manga.

Ya sabía lo que el otro chico quería.

- Agh- se quejó el menor.

En ese momento el rubio dejo un poco el manga de lado, y vio un poco al menor, para después suspirar.

- Puedes descansar cinco minutos- comento sin más.

El menor, por su parte, simplemente suspiro un poco, como si así dejase ir todos sus problemas.

Acto seguido, cerro solo un momento sus ojos.

Quería descansar.

Aun así, al instante volvió a abría los ojos y vio al mayor.

Algunas veces se veía tan tranquilo y tan lindo.

Y otras llegaba a reventarle los tímpanos, aun así, le agradaba.

Quizás más de lo que le gustaría admitir.

- ¿Qué me ves? - le cuestiono el mayor en cuanto sintió la mirada del otro chico sobre él.

Y, aunque no lo admitiese, algunas veces lograba ponerle nervioso.

Porque, como aquella vez, no sabía lo que pasaba por la cabeza del otro chico.

Solo se le quedaba mirando y ya no decía nada.

La última vez incluso le había tenido que dar una explosión en la cara de los nervios que le había dado.

- Tus...- mascullo el menor- tus labios... ¿A que saben?

En ese momento, hasta el menor se sorprendió de lo que había dicho.

Quizás ya estaba cansado y no se daba cuenta de lo que decía, después de todo, aquel día habían entrenado más que otros días.

Quizás ni siquiera se había dado cuenta de que, en vez de pensarlo, lo había dicho.

- ¡No! ¡Yo lo si- y, en cuanto se disculpaba por semejantes cosas, el mayor le interrumpió.

- ¿Porque... no los pruebas tú mismo? - le cuestiono sin verle, y completamente rojo.

Quería preguntar si es que acaso había escuchado bien, pero sabía que, si lo hacía, el mayor posiblemente se echaría atrás.

Y si es que era verdad, posiblemente jamás tendría una oportunidad como aquella.

Así que, después de salir de su pequeño shock, se acercó al otro chico, le roso un poco las manos y espero a que este le volara la cabeza o algo, pero en cuanto no lo hizo, el pelirrojo se puso completamente nervioso.

Más de lo que ya estaba.

Aun así se acercó a los labios del otro chico y le beso.

Solo fue un rose, una caricia de labios a labios.

Pese a eso, habías sentido tremenda corriente eléctrica recorrerle el cuerpo que se había sentido tan... bien.

Se sentía nervioso y feliz.

Y, en cuanto se separó del otro chico, este, le cuestiono completamente rojo-

- ¿Y?

- Saben... a fresa- respondió él, completamente rojo.

Kiribaku Month 2021Donde viven las historias. Descúbrelo ahora