Pov Omnisciente
¡Maldición! Había miles de maneras en las que podía declarársele al rubio, pero, o ninguna de ellas le convencía, o entraban en la posibilidad de no agradarle al rubio.
Y tampoco es como que quisiera molestar a sus amigos con aquello, quienes, para variar, tampoco sabían sobre sus sentimientos. Aun así, aunque se los dijese, estaba la posibilidad de que estos no se aguantaran la noticia y, pese que no se la dirían al rubio, se lo contarían a alguien más y, al final, el rubio se enteraría.
Quería solo decirle que le gustaba.
No necesitaba ser correspondido. Aunque eso le dolería.
Pero, el simple hecho de sacar a la luz todos aquellos sentimientos que aquel rubio le hacía sentir con tan solo una mirada era tan... gratificante.
No negaría que también se moría de miedo, pero... ¡maldición! Que poco masculino seria de su parte seguir guardando sus sentimientos.
Y, pese que estaba listo para, posiblemente, ser rechazado, una parte de él, quizás una muy pequeña, tenía esa maldita esperanza de ser correspondido.
No lo quería creer.
No quería hacerse ilusiones.
Pero, inconscientemente, lo hacía.
Deseaba ser correspondido.
Pero el hecho de que se hiciera ilusiones solo haría el rechazo más doloroso. Solo lo hacía aún más difícil y... horripilante.
Quería declararse de una manera linda, pero no tan linda.
¡Ah! ¡Todo aquello era tan complicado!
Aunque, en una de las tantas noches en las que había salido a su balcón para poder ver la luna y las estrellas, se le ocurrió que, quizás, podría darle una pulsera.
Sí, no era mucho. Pero, al menos, esa sería su primicia.
Además, tenía que ser algo muy bueno para que el rubio le perdonara el que también últimamente le estuviese evitando.
Pero, vamos, no era en si su culpa. Era de su corazón, por acelerarse y no dejarle pensar con claridad cada que veía al rubio.
Dios, con solo verlo se ponía nervioso.
Sentía las típicas mariposas volar en su estómago, aunque de mariposas no tenían nada.
Esa misma noche no durmió pensando en que más hacer. Como sería la pulsera y que necesitaba para hacerla, porque, quizás así, tendría más simbolismo.
Preparo lo que diría y como lo diría.
Aunque, sinceramente, eso último fue una pérdida de tiempo.
Puesto que, al ver al mayor, su cerebro se reinició y olvido hasta su nombre.
- Ah, ah- balbuceaba mientras veía como el rubio guardaba sus cosas en su casillero.
La hora de la salida ya había llegado.
Y había elegido esa hora ya que, si lo rechazaba, solo tenía que salir corriendo a su habitación y listo.
Si, su habitación estaba al lado de la del mayor, pero esos solo era detalles.
- Bakugou- le llamo por fin. Y este, con el ceño fruncido, le miro de reojo.
- ¿Qué? - le respondió sin dejar de hacer lo suyo.
- ¿P-Podemos hablar en... privado?
Dios, los nervios le estaban matando.
Era un hombre. Él podía con eso. Tenía que poder, o de lo contrario, quizás se podría arrepentir por el resto de su vida, y esa no era una opción en aquel día.
- Oh- respondió el mayor, cerrando de un portazo su casillero y acercándose al menor-, ¿ahora si quieres hablar?
Lucia furioso.
- Por favor... es importante- respondió el menor cabizbajo, apretando, detrás de sí, la pequeña caja donde llevaba la pulsera que le daría.
- Agh- se quejó el rubio.
Sin embargo, en traducción era un "Vamos, que sea rápido".
Por lo que el pelirrojo levanto el rostro, sonrió, y le agradeció.
Después, ambos chicos fueron a un rincón de aquel lugar.
Ya casi no había nadie, pero, aun así, el menor quería que fuera lo más privado posible. Y como el rubio estaba enojado, seguro se negaría a caminar mucho.
Cuando estuvieron en su rincón, el menor se las estaba liando para juntar sus neuronas y que recordaran lo que debía decir.
Sin embrago, estas solo estaban como locas admirando desde sus ojos al mayor.
- ¿Y bien? No tengo todo tu puto tiempo- intervino el mayor sus pensamientos.
- Oh, si yo...- lo pensaba, pero no recordara lo que tenía que decir.
Tantas horas sin dormir desperdiciadas.
¡Se le había olvidado todo!
Las ojeras que se le habían hecho habían sido en vano. Por la excepción de que también había hecho la pulsera en mitad de la noche y, quizás, esa parte de sus ojeras si habían valido la pena.
Pero bueno, como dice el dicho "Quien no esté listo para morir, que no nazca".
- Bakugou, seguramente estás enojado porque... pues te he estado evitando desde hace unos días, y lo admito, no fue nada varonil de mi parte, pero... solo quería decirte que me gustas. Y no busco que me correspondes, solo quiero que lo sepas. Aunque si me correspondieras seria increíble y yo- se interrumpió a sí mismo.
Se puso un alto porque si seguía, seguro lo arruinaría más.
- T-te hice esto- agrego extendiéndole la pequeña caja que llevaba en manos.
El rubio, aun en un shock, la tomo con cuidado y, su entrecejo, el cual ya no estaba ceñido, se calmó más y paso a demostrar que él estaba sorprendido.
La pulsera tenia hilos amarillos y rojos, los cuales estaban trenzados. Además de que tenía un pequeño sol como dije.
- E-El sol es porque tú eres quien les da luz a mis días- comento el menor nervioso y avergonzado.
Y, en ese momento, el rubio sonrió un poco de lado alegremente.
Su corazón latía y saltaba, quizás, a la par del de el pelirrojo.
Desde ese día, jamás se quitó aquella pulsera.
Desde ese día, su corazón perduro al lado del de el pelirrojo.
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Kiribaku Month 2021
FanficDicen que posibilidades hay muchas. Que vidas hay muchas. Y que personas hay muchas. ¿Posibilidades? Claro que sí. ¿Vidas? Quizás. Puede que sí o puede que solo tengamos esta vida y después nada. ¿Personas? Depende. Pero si es para hacerte compañía...