Día 10- Fin de semana | Bakushima

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Pov Omnisciente

¿Quién no amaba los fines de semana? Bueno, claro aparte de las personas que trabajaban esos días o algo parecido. Pero fuera de ellos, una gran mayoría los amaba.

No tener clases ni trabajo era algo que, dios bendito, muchos agradecían.

Como aquella joven pareja de cabelleras rubia y pelirroja, quienes estaban recostados, una en la cama y el otro en el suelo, de la habitación del rubio.

Era un lindo día, soleado, pero no tan caluroso.

Las hojas de los arboles jugaban a ir y venir de un lado a otro por la agradable brisa que había sin correr el riesgo de ser arrancadas de su hogar, pues el viento no era tan fuerte.

Algunos pajarillos que volaban y cantaban por allí. Unos estaban en busca de comida, y otros estaban dándoles calor a sus futuros hijos.

Era un día agradable, y aquel rubio, quien estaba recostado sobre su cama, leyendo uno de sus mangas, se dio cuenta de aquello cuando vio de reojo al pelirrojo, quien también leía uno de los mangas de su pareja.

Sin embargo, cuando el rubio le vio, una pequeña brisa, lo suficiente fuerte para mover la cortina de su balcón, le llamo la atención, por lo que echó un vistazo hacia afuera sin levantarse de su comodidad.

Y en cuanto vio aquel sol brillar pensó que, quizás, sería un lindo día para convivir con la naturaleza y su pareja.

- Hey, Eijiro- le llamo, descansando el manga sobre su pecho.

- ¿Sí? - cuestiono el menor, recargando el manga que el leía sobre el suelo.

- ¿No quieres, ya sabes, salir y comer en el patio?

- ¿Algo así como un picnic? - cuestiono el menor sonriente.

- Si, algo así- respondió el mayor sonriendo ladeadamente un poco.

- Bien- respondió rápidamente el pelirrojo levantándose del suelo, sonriente, y tomándole de la muñeca al mayor para que se apurase.

En cuanto el tomo de la muñeca, y ambos se pusieron sus pantuflas, y de que el rubio tomara una sábana, el pelirrojo arrastro al mayor consigo por todo el pasillo de aquel piso hasta llegar al ascensor.

Donde, desesperadamente, toco el botón de este mismo para que se abriera.

- Tu serias bueno en una película de terror- comento a lo bajo y divertido el mayor.

- ¿Cómo? - cuestiono el pelirrojo aun emocionado.

- Que, ¿Que se te antoja comer? - respondió divertido.

- Oh, oh, podemos hacer unos sándwiches- respondió a la vez que se metía al ascensor, siendo seguido por el rubio, a quien aún tomaba de la muñeca.

- ¿Seguro? También podemos pedir algo.

- No, eso está bien. Yo aún no tengo hambre. Además, así podemos cocinar los sándwiches- respondió ya más tranquilo. Después de todo, no podían hacer nada porque el ascensor fuese más rápido.

- Está bien- respondió el mayor, dándole un beso en la frente, para después sonreírle.

Aquello hizo que el menor tuviese un pequeño sonrojo, pero, aun así, le regreso la mirada y le sonrió.

- Si...- balbuceo, quizás, perdiéndose en la mirada del otro.

Cuando el ascensor llego a su destino, la planta baja, el pelirrojo salió corriendo de allí, esta vez sin tomar la mano del rubio, quien salió tranquilo y sonriente viendo como su pareja, algunas veces, se comportaba como un niño.

Por otro lado, el pelirrojo corrió a la cocina y comenzó a buscar y sacar las cosas para hacer los sándwiches.

Mientras tanto, el rubio dejo la sabana sobre uno de los sofás, y, después, se fue a ayudar a su pareja con los preparativos.

Mientras el otro preparaba su comida, el prepararía las bebidas y, quizás, una fruta picada.

Tenían manzanas, así que eso serviría. Además de que, al no haber casi nadie aquel fin de semana, no importaba que ellos comieran aparte o algo así.

Por lo que, después de terminar de preparar todo, ambos chicos salieron al patio de sus dormitorios, y pusieron la sabana que el mayor había traído de su habitación.

Ordenaron las cosas, y al final, ellos se sentaron.

Se habían puesto bajo un árbol, así que el sol no sería tanto problema.

Y, aquella tarde, entre platicas y una que otra carcajada, ambos chicos se la pasaron de maravilla con el otro.

Ese fin de semana el pelirrojo había decidido quedarse allí para pasar tiempo con el mayor, quizás no hubiera habido mejor manera de pasarlo que aquella.

Pues, cuando el sol ya se estaba ocultando.

Y ya había pasado un tiempo desde que habían acabado de comer.

En un silencio que se instaló agradablemente entre ellos, se quedaron viendo como el sol decía adiós para darle paso a la luna.

O eso, hasta que el mayor rompió el silencio, aunque solo fue cosa de unos segundos.

- Gracias por estar conmigo- comento de la nada, rozando la mano del menor.

Quien quito su vista del paisaje, vio su mano junto a la del rubio, y después, sonriente, vio a este.

- Gracias por permitirme estará a tu lado- respondió, por lo que el rubio le miro, sonrió y le beso.

Aunque no fueran pareja estaría agradecido de tener le pelirrojo, ya que, estaba agradecido de tan solo haber podido conocerlo.

Kiribaku Month 2021Donde viven las historias. Descúbrelo ahora