Día 4- Aunque | Kiribaku

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Pov Kirishima

Mientras caminaba por aquellos senderos, los recuerdos venían a mí.

Y no por el lugar por el cual caminaba, no, vaya que no.

Más bien era por el lugar al que aquel sendero verde y tranquilo me llevaría.

El cantar de los pajarillos, el césped y los arboles verdes, los cuales desprendían ya unas cuantas hojas al estar cada vez más cercas de aquel otoño que algunas personas amaban.

El sol colándose entre las hojas, diciendo 'Hola', pues en pocas semanas, él ya tocaría nuestra piel sin que nada se interpusiera.

Era tranquilo, y si, los recuerdos venían. Siempre lo hacían.

Cada que te miro, ellos vienen a mí.

Recuerdo nuestras contiendas contra los villanos.

Aquellas que eran fáciles y rápidas y que, al acabarlas, nos íbamos a pasear o por un pequeño postre.

Si, aquellas a las que llamábamos "Citas Exprés".

Las cuales, también tenían su contra parte. O no tan contraparte, solo que en estas no salíamos del hospital porque uno de los dos había obtenido una paliza de algún villano.

Esas citas, después de regañarnos por arriesgar nuestras vidas y no pensar tanto en nosotros, eran unas de las más calmadas.

Uno en cama, y el otro en una silla.

Uno comiendo lo que quisiera. Y el otro siendo torturado por la horrible comida de hospital.

Divertidas y calmadas.

Pero, una cita era una cita, ¿no? No importaba el lugar.

Solo la persona.

Y créeme que todas nuestras citas fueron perfectas solo porque tú estabas en ellas.

Incluso esa cita, en la que, por intentar impresionarte, caí al agua.

Vaya cita.

Pero, gracias a tu presencia, fue perfecta.

Así como lo fue mi vida al estar tu presente.

Y lo agradezco.

Agradezco que hallas estado en ella lo más que pudiste.

Agradezco lo que sea que fuera que nos unió desde un inicio, e hizo que nos volviéramos amigos.

Para, después, de una manera loca, ser pareja.

De manera divertida recuerdo como me volví loco porque me gustabas.

Eras un chico, y un amigo para variar.

Recuerdo que casi me vuelvo loco, y que rogaba a los cielos que jamás te enteraras.

Vaya loco era.

Rogando por no querer que todo lo pasamos juntos después de eso, pasara.

A decir verdad, no creo que haya nada de lo que me pueda arrepentir respecto a nosotros.

Incluso si me dieran la oportunidad de cambiar algo, ya sea conocernos, aunque sea un minuto antes; no cambiaría nada.

Todo fue perfecto tal y como ocurrió.

Nuestra historia de amor fue hermosa.

Sin que el otro tuviese que luchar por el otro, pues secretamente sabíamos que nos amábamos entre nosotros.

Sí, no cambiaría nada.

Ni siquiera lo malo.

Como aquellos días en los que discutíamos por algo; pues eso nos llevaba a mayor comunicación. Claro, siempre y cuando no fueran gritos. Porque en vez de dar problemas, nosotros buscábamos dar más bien soluciones.

Nuestro amor fue hermoso.

Era una de las cosas que siempre pienso cada que te visito al panteón.

Este lugar que visito al menor una vez al mes para poder cambiar tus flores.

No sé si me creas, yo digo que sí, pero las personas aún te siguen dejando flores.

Después de que ya hayan pasado 6 años.

Aun te extraño.

Todos los días lo hago.

Y todos los días veo tu foto en aquel pequeño altar que te hice en nuestra casa.

Quiero creer que tu igual me ves desde el cielo.

Que miras como, pese a los años, sigo ayudando a la gente como puedo.

Espero y te sientas tan orgulloso de mi como te sentías antes de irte de este mundo.

Porque, pese a todo, siento que aun estás conmigo.

Al menos, en mi corazón.

Y ahora, con orgullo y amor, digo que nuestra promesa que hicimos frente al altar hace décadas, sigue vigente.

Aquella en la que prometimos amarnos, aunque la muerte nos separe.

Kiribaku Month 2021Donde viven las historias. Descúbrelo ahora