Día 9- Día libre | Kiribaku

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Pov Omnisciente

Los días libres eran, algunas veces, una maravilla.

El día anterior podrías dormirte a la hora que quisieras o, al menos, creer eso. Porque no había que negar que, después de un tiempo, el cuerpo se acostumbra a dormir y despertar a ciertas horas.

Pero, el chiste era que, de alguna manera que se podría describir como milagrosa, a ambos chicos, aquel día, se los habían dado libre.

"¡Las estrellas se alinearon!" había gritado el pelirrojo cuando se enteró de aquello.

Aquella mañana se había despertado unos cuantos minutos más tarde de lo habitual, y, al ver la hora en el despertador, deseo darse un golpe a sí mismo.

Solo había dormido 40 minutos más de lo que solía dormir. Y aquello era una completa basura.

Él había deseado despertarse mucho más tarde. Pero no, su cuerpo, una vez más, le fallaba.

Y al ver que no podía regresar al glorioso mundo de los sueños, decidió ya mejor levantarse de una vez.

Quizás al menos así podría pasar más tiempo con su pareja, la cual no estaba dormida a su lado.

Aunque, bueno, su pareja siempre se había dormido y despertado temprano; así que eso era de esperarse.

Al salir de su habitación, y escuchar ruidos provenientes de la cocina, se dirigió a esta y, ante él, estaba su rubio favorito.

Su cabello, al igual que el de él, estaba completamente desordenado. Llevaba unos shorts, y uno de los crocs que le había regalado hace unos meses.

La única diferencia que él tenía en aquellos momentos, era que él llevaba una camisa de tirantes.

- Buenos días- saludo el pelirrojo a paso cortado, tallándose un ojo y, con cada movimiento que daba, se hacía evidente su flojera.

- Buenos días- saludo de regreso el rubio, volteado a verlo solo un segundo, pues de lo contrario, la comida corría peligro de quemarse.

- ¿Hace cuánto te levantaste? - cuestiono el pelirrojo, acercándose lentamente al rubio, para después abrazarlo por detrás. Pasando sus manos por su cintura y descansando su barbilla en el hombro izquierdo de su pareja.

- No hace mucho- respondió el mayor intentando no ser perturbado por el menor.

En aquel silencio, el pelirrojo mantuvo sus ojos cerrados por un momento, como si descansara del trayecto tan largo que había dado de su habitación hasta la cocina.

Y, después de unos segundos, quizás minutos, abrió sus ojos y vio, solo un momento, como el mayor cocinaba sus desayunos.

Sin embargo, después paso su mirada al rostro del que en aquel momento cocinaba, para, acto seguida, dejar de recargarse en él.

Y solo unos segundos estuvo así, antes de que comenzara a repartir pequeños besos por el cuello del mayor.

Quien se mostró sereno ante aquello.

- Eijiro, te apesta el aliento- aviso el mayor imperturbable.

En cambio, el menor se sonrojo de vergüenza por aquello.

Si, llevaban años casados, pero se le había olvidado su higiene aquella mañana y eso no era muy varonil de su parte.

Por lo que, rápidamente, se separó del mayor, se disculpó a lo bajo, y se fue de allí para atender su higiene.

Al regresar, encontró a su pareja donde mismo, por lo que, en aquel momento, comenzó una clase de misión para él.

Así que, como si de un depredador a su presa se tratase, se acercó lentamente y, sin que el rubio se diera cuenta, volvió a abrazarlo por la espalda; poniendo sus manos, una vez más, en aquella pequeña cintura que se cargaba el mayor.

- Listo- comento el menor poniendo su cabeza en la orilla del hombre del mayor, y viéndole a la cara.

- Que bien- respondió sarcástico el otro chico.

- Oh, vamos, Katsuki, ¿podemos...? - cuestiono el más joven repartiendo besos por el cuello del mayor y descendiendo de poco a poco hacia su espalda.

- Eijiro, estoy cocinando- comento, quizás, ahogando un poco su voz.

- Lo sé- respondió el otro con su voz ya lejana.

Aunque lo único lejano de él en este mundo no solo era su voz, sino también su mente y pensamientos.

Mientras tanto, el rubio estaba en un debate interno entre si seguirle el juego o detenerlo de una vez; pero, vamos, que ambos tenían el día libre, ¿no?

Por lo que, cuando el pelirrojo estuvo por la espalda bajo con sus besos y chupetones, el rubio apago el fuego de la estufa y se dejó hacer.

En cuanto el pelirrojo escucho ese "Click" que emitió la estufa, sonrió un poco, para después separarse del mayor, ponerse a su altura, voltearle y darle un profundo beso.

Este, por su parte, se movió un poco a la derecha junto al pelirrojo para quedar en esa pequeña parte de la cocina que utilizaba, algunas veces, para picar la verdura.

Y, después de unos segundos, se separaron de aquel beso. Que cada vez era más caliente, húmedo y juguetón.

En ese momento, el rubio, con una sonrisa ladeada, y una mirada un poco más brillante de lo normal, paso sus manos por el pecho del menor, para después, irse hincando poco a poco hasta quedar en cuclillas frente al menor.

Quien, de inmediato, se bajó los pantalones y los calzoncillos, dándole paso al rubio, quien tomo su pene entre sus manos y, después de echarle una mirada juguetona, derramo algo de saliva sobre el miembro erecto del menor; esto, para después hacer un vaivén de arriba abajo con su mano.

Ante lo cual, después de unos segundos, se dio paso a sí mismo para llevarse la punta del pene del otro a la boca, y antes de metérsela, hacerle un circulo con la lengua.

Su cara en aquellos momentos era exquisita para el menor.

Se sentía en el paraíso.

Y, mientras el rubio se metía su pene a la boca, este le tomo de la parte trasera de la cabeza e hizo que, aquel chico que le volvía loco, se tragaba casi todo su miembro.

Los ruidos eran obscenos, similares a unas arcadas. De pronto se podía escuchar como el mayor buscaba aire, aunque el menor se lo negaba. Pero, al sacarse el miembro de la boca, tomaba una gran bocanada de aire.

Y así, una vez más, ser tomado por la nuca y volver a chuparle el pene a su pareja.

Aunque, después de que este se viniera, con claro previo aviso, el rubio casi cae al suelo por todo aquello.

Aunque el menor le había avisado de su corrida, la falta de aire y pensamiento le nublaron la mente al mayor, quien, al final, se terminó tomando el semen de su pareja.

Y, en el suelo, en cuatro, sintió como su pareja se posicionaba tras él, le quitaba las únicas telas que llevaba puestas y, acto seguido, sintió como el miembro contrario se alineaba a su entrada.

Mientras una de las manos del menor estaba en su pene, listo para ser introducido en aquella cavidad, la otra estaba en la cintura del mayor.

Y, cuando introdujo su pene, aquella mano que lo sostenía, paso a sostener el del mayor, para darle unos leves masajes en la punta.

Quien, después de varias embestidas y caricias en su pene, se corrió.

En ese momento, el pelirrojo salió del rubio; para dirigirse hasta quedar frente de él, agacharse a su altura, y darle un casto beso en los labios.

- Yo voy por las cosas para limpiar y después te ayudo a terminar de cocinar- comento feliz.

Gran inicio de día.

Kiribaku Month 2021Donde viven las historias. Descúbrelo ahora