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El destino parecía estar en contra de Shoyo ya que a pesar de él no quererlo el fin de semana se acercaba con rapidez. Lo intentaba, intentaba no pensar en todo lo que podría llegar a salir mal pero simplemente no lo lograba.
Ignorarlo era la mejor opción pero también sería sospechoso para todos, aún así agradecía que los demás estuvieran presentes ya que estar a solas con Tobio era malo para sus nervios.

Con todos esos problemas en su cabeza la semana acabó y ya se encontraban en sábado, el día donde la reunión estaba prevista. Se despertó con gran pereza para así hacer el desayuno, sus hijos también irían por lo que que al cabo de unos minutos fue a despertarlos.

—Azami, Victor arriba. —habló con calma viendo que aquello no funcionó fue por su siempre confiable manera— ¡Acorde agora! —gritó en portugués.

Los gemelos cayeron de sus cómodas camas debido al grito de su papá, uno asustado y el otro con mal humor por ser despertado, se levantaron del suelo.

—No era necesario el grito... —dijo el mayor refregando sus ojos.

—Esa costumbre no ha cambiado para nada. —le siguió un molesto Azami.

—¡El desayuno está listo, los quiero bañados y abajo ahora!

El Hinata mayor se fue de la habitación dejando al par algo confundidos.

—¿Qué le sucede? —cuestionó Victor buscando su vestimenta.

—No lo sé y no pienso preguntar, voy primero. —el menor se adelantó al baño dejando a su hermano molesto.

—¡No tardes! —le gritó.

Luego de 20 minutos los tres se encontraban desayunando a gusto, o al menos lo que se podía, ya que una extraña aura emanaba de Shoyo. Una que ninguno deseaba saber el por qué.
Al cabo de un rato de total silencio el mayor se levantó de su asiento para caminar hacía la cocina y dejar su plato allí, seguido de los gemelos.

—Papá ¿estás bien? —preguntó Azami.

—Si hijo ¿por qué no lo estaría?

—Pareces más...molesto y eso es raro en ti. —habló esta vez Victor.

—No se preocupen, en un rato nos iremos así que pueden hacer lo que quieran. —el mayor les sonrió para segundos después encerrarse en su cuarto.

—¿Le crees?

—Claro que no.

Fue así que las siguientes 3 horas el mayor se la pasó en su habitación, ninguno de los dos escuchó llanto o sollozos por lo que eso era buena señal. Aún así estaban intrigados por la extraña actitud de su papá y no sólo eso ya que Victor aún tenía dudas sobre la conversación que Shoyo y Toshio habían tenido, desde ese día el mayor parecía más distraído y torpe.

—Zami.

—Hmm...

—Papá nunca nos habló de su relación con el Karasuno más allá del vóley ¿por qué crees que hizo eso?

—No lo sé, tal vez hay algo que no quiera decir.

—La noche de la pijamada...oí un poco de la conversación que Toshi-kun y papá tenían.

—¿Conversación? —intrigado el pelinaranja menor dejó su teléfono de lado para prestarle atención a su hermano.

—Papá le estaba hablando de cómo eran los padres de Toshi-kun...nunca hizo eso con nosotros.

—Espera...¿estás celoso?

—¡¿Qué?! claro que no pero...somos sus hijos...

—Eso no significa que deba contarnos su vida entera, por alguna razón no lo ha hecho.

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