Extra#4

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Lo que llaman un amor desastroso.

Extra#4

—Narra Harry—

Nunca pensé que me podía sentir tan lleno de asco por un beso. Y es que debo soportar mucho por querer cumplir una orden del señor Sellers. Pero la verdadera razón es ver si algún día puedo estar cerca de Lía.

La señora Dallas es hermosa, y de eso no cabe duda, pero me he dado cuenta que se ha enamorado, y yo no pretendo pasar mi juventud con alguien mucho mayor que yo. No podríamos salir a bailar, a correr o a divertirnos, porque ella se cansará muy rápido: ya será más vieja. 

Me da coraje estar enamorado de Lía, la condenada es hermosa, y nunca me ha prestado atención. Esperé todo de ella, pero nunca que le gustarán las chicas, y es que siempre fue tan coqueta con los chicos, que nadie esperó que fuera lesbiana. Y pensar que aún así me sigue encantando.

—¿Cómo vas con mi esposa?—estoy en casa de los Sellers, esta vez solo está el señor—. Me tiene cansado con sus reproches, piensa que te tiene a sus pies, y no sabe que nos reímos de lo ridícula que se ve tan enamorada.

—Estoy aburrido de tener que aguantarla, igual no falta mucho para que me entregue todas las claves de sus cuentas, y poder entregarle todo a usted.

Se me acerca, y aprieta un poco mi cuello.

—Cuidado y se te ocurre traicionarme, no vaya ser termines como Dayton. Ese dinero de las cuentas de mi esposa, me pertenece. La he soportado por años, se vale quedarme con algo. Total, después de ese robo me iré lejos, y todos pensaran que tú eres culpable, y ya debes saber cómo hacerlos cambiar de parecer.

Su apretón en mi cuello se deshace cuando ve a su esposa llegar, ella me sonríe, y le hace mala cara a su esposo. Con la excusa de ir por un trago, el señor Sellers nos deja solos, y sé que lo hace con la única intención que yo aproveche el momento.

La rodeo con mis brazos por su cintura y la beso. «ya me quiero librar de ella».

—¿Nos vemos en la noche?, estaré solo en mi casa. Quiero verte, tengo necesidad de ti.

—Por supuesto que nos veremos, prefiero estar contigo, a estar con mi esposo. Me da flojera—me da un beso—. Solo no insistas con saber mis contraseñas, sabes que no pienso darte pase libre a mis cuentas.

—Por hoy no pienso insistir, pero sabes que es un paso de confianza, y nosotros nos amamos.

—Lo sé, mi amor.

Claro que la voy a convencer, tarde o temprano tendré esas contraseñas. Por el señor Sellers me he ensuciado mis manos, y una vez no creo que sea mucho. Ya me metí en sus negocios, y nada pierdo con seguir conquistando a su esposa hasta tenerla en mis manos. Pobre ilusa.

Lo que llaman un amor desastroso. [#2] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora