4. Nuestro lugar

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Lo que llaman un amor desastroso.

Capítulo 4: Nuestro lugar

—Betsy Blair—

Cuando decidí ir con Keisyth al supermercado, no pasó por mi cabeza que podía encontrarme con Lía. Solo bastó con verla para que mi corazón comenzara a dar saltitos, aún sabiendo que estaba a mi lado la chica con la que salgo. No podía dejar pasar la oportunidad de hablar con Lía y por esa razón se lo expliqué a Keisyth, y salí detrás de la chica que un día fue mía.

Lía parecía tan ajena a lo que decía, que estaba segura que alguien le había metido ideas locas. Mencionó que no le hiciera daño, y eso fue doloroso, a pesar de que no dejé ver que me había lastimado su comentario. No quería ser grutesca, pero era eso o dejar pasar mi oportunidad de hablar con Lía, y es por eso que la traje a nuestro lugar: la muralla.

Puedo mirar cómo la brisa mueve su cabello rubio, se le está saliendo el color, y empieza a notarse su cabello castaño. Luce tranquila con el paisaje, pero hay cierto miedo en sus ojos y en la rigidez de su cuerpo.

—¿Por qué dijiste que yo te iba hacer daño? —el silencio que había entre nosotras se termina—. Quiero saberlo.

—Ya me hiciste daño una vez, ¿no?

Debo decir que eso dolió.

—Yo nunca te he hecho daño, y tú lo sabes.

—No es necesario que lo niegues, mamá me lo contó todo. Tú —me señala— me hiciste daño cuando estábamos juntas, porque yo no me enamoré de ti.

Tomo una de sus manos, y la entrelazo con la mía. Puedo sentir sus nervios.

—Y si según tu mamá, no sientes nada por mí, ¿por qué estás tan nerviosa? ¿Por qué tu pulso se ha descontrolado? —quedo enfrente de ella, y toco sus labios, logrando que se le escape un jadeo—. Dijiste que me amabas, y puedo sentirlo. Ya sé que el tiempo pasó, pero me sigues amando.

Una lágrima rueda por su mejilla, y la aparta con rapidez, y de la misma manera se aparta de mí. Su expresión se ha vuelto dura.

—Yo no te amo, y no podría amarte cuando me has lastimado tanto. Tal vez en este momento no lo recuerdo, pero mamá me contó lo basura que fuiste conmigo porque no me enamoré, y es que no podría amarte sabiendo que dañas todo lo que tocas. Yo no puedo amar a…

—¡Cállate la maldita boca! —Le grito con desesperación, haciendo que dé un respingo—. ¡Tu mamá es una de las que siempre nos quiso tener lejos, y tú lo sabes! ¡Ya deja de hacerte la que no sabes nada! —Ya no podía seguir callándome lo que llevaba guardando—. Llevaba meses culpándome de tu supuesta muerte, y resulta que apareces como si nada en el mundo hubiera pasado. ¡Me mamé de tus estupideces, Lía Sellers!

—¡Deja de atormentarme! —Me responde de la misma manera, tiene su cara roja, y no deja salir una sola lágrima—. ¡Llevo meses tratando de entender quién soy, y tu presencia me está arruinando todo! —Hace una pausa para tomar aire—. No estoy fingiendo no conocerte, simplemente no recuerdo quién eres, o quién era yo antes del accidente con Alejandro.

—¿Quién es Alejandro?

—Mi esposo —suelta sin dudarlo un solo segundo—. El único que me ha soportado por meses.

—Lía, tu nueva vida es una mentira —me mira—. El día del accidente estabas conmigo, por salvarme a mí te llevaste la peor parte.

Se queda inmóvil por varios minutos, hasta que empieza a negar con su cabeza, y no hace más que llorar. Me duele saber que le han creado una vida la cual la tiene confundida. Me acerco para abrazarla, y no se deja.

Lo que llaman un amor desastroso. [#2] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora