20. ¿Te gusta mi palacio real?

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Lo que llaman un amor desastroso.

Capitulo 20: ¿Te gusta mi palacio real?

—Especial Alejandro—

—Dos semana después—

Mi orgullo siempre fue mi peor enemigo, nunca quería sentirme menos que nadie, o ver que alguien podía ser mejor que yo en algo que me gustaba. Quería estudiar, y trabajar, me afectaba demasiado no tener el dinero para hacerlo, fue donde conocí a los señores Sellers. Supe que no eran buenas personas desde que me ofrecieron todo lo que yo quería por hacer parte de una mentira.

Acepto que no lo pensé mucho cuando dije que sí aceptaba, pero no contaba con que al llegar a esa enorme casa que sería donde viviría con su hija, iba a encontrar una chica tan bonita, y tan delicada ante mis ojos. Desde que la miré dormida en aquella cama me gustó, y no dije nada para no perder la oportunidad de estar cerca de ella, aparte, tendría todo lo que deseaba: lujos, estudios, y un excelente trabajo.

Día a día, tenía que ver cómo le daban unos medicamentos a Lía, mientras ella aún no despertaba, no había día que no la inyectaran. Fui tan curioso que investigué sobre esos medicamentos, y me di cuenta que eran para que su cerebro se fuera desgastando y olvidando gran parte de tu vida. Sin que los señores Sellers se dieran cuenta, yo le dije a la enfermera que ya no le diera nada más y que yo me haría cargo, fue entonces donde poco a poco le dejé de dar esos medicamentos.

Dos meses después, Lía despertó, y mirar sus ojos tan claros, fue mi mayor felicidad, tanto así que la abracé. Ella preguntaba qué había pasado, y dónde estaba, no sabía qué decirle, y recordé lo que habían dicho sus papás sobre el accidente, y la vida que según nosotros teníamos antes que pasara todo. Al comienzo no caminaba y tampoco hablaba muy claro, hasta recibió ayuda que yo mismo le busqué. Estuve ahí cada vez que tenía terapias, no quería perderme ningún segundo a su lado, porque sabía que en algún momento todo se iba a saber. 

Aproveché todos los segundos a su lado, y solo me arrepiento de haberle creado una vida que no era la de ella. Ya han pasado varios días, estaba esperando que Lía olvidara un poco lo que pasó, para venir hablar con ella, y por esa razón estoy aquí en su apartamento. Berni no me quería dejar pasar, después entendió que yo no era tan malo como ella y todos pensaban.

—Llamaré a mi hermana, no te muevas de aquí.

Espero a que salga Lía, que tarda más de diez minutos en venir a verme. Su cara al verme no es la mejor, está dolida con lo que pasó, y es entendible.

—Qué cansancio contigo, Alejandro. Ya te he dicho que no quiero verte, que tú eres como mis papás, y con personas así, a metros.

—Renunciaré al trabajo, y a todo lo que me han dado tus papás, no quiero nada de ellos. Si estoy aquí es porque necesito que me perdones, pero no me quedaré a que tus papás me hagan daño, o me maten. Quiero que me disculpes, porque no me iré sabiendo que te lastimé.

—Irte es lo mejor que puedes hacer, al decirme la verdad has traicionado a mis papás, y eso te puede costar la vida. Alejandro, mis papás son malas personas, y debiste saberlo desde que hiciste tratos con ellos —chasquea su lengua—. La verdad es que pudiste hacerme daño, tuviste la oportunidad durante varios meses, y no lo hiciste, tú solo me cuidabas, me ayudaste en tantas cosas, y estuviste para mí cada vez que me despertaba llorando por no recordar nada. Me ayudaste tanto, que no puedo odiarte, ni siquiera porque me mentiste.

—Perdón por ser tan tonto y no decirte lo que en realidad estaba pasando. Cuídate de tus papás, ellos no tienen límites de maldad, y se irán en contra de todos los que estén de tu lado. No confíes en Judith, con lo poco que la conozco me di cuenta que tiene tanto odio dentro de ella. Berni y tú, pueden estar en peligro.

Lo que llaman un amor desastroso. [#2] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora