23. Tortura

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Lo que llaman un amor desastroso.

Capitulo 23: Tortura.

—Especial Judith Sellers—

—¡Que me sueltes, maldita perra! —le doy un putazo a Berni para que me suelte. Cuando planeé lo del secuestro no pensé que la chica tendría tanta maldad encima, gracias a ella tengo un dedo lastimado, porque al darse cuenta que era yo, se tiró contra la puerta de la camioneta, y mi dedo quedó atascado entre su cuerpo y la puerta.

No me iba a quedar con las ganas de hacerle lo que yo quisiera, y por eso la até a una silla, no quise vendar sus ojos, necesito que me vea, y sepa que por más hermanas que seamos, yo no la considero como más que una desconocida.

—¿Crees que con traerme aquí mis papás te van a querer? Pues fíjate que no. Tú seguirás siendo la misma peste de siempre —con mi mano apretada, le doy un golpe en sus labios, y por el anillo que traigo seguro le dolió al doble. Me escupe la cara con la sangre de su boca, y le doy otro golpe—. Me puedes pegar todo lo que quieras, pero el odio que sientes no se te irá, estás tan vacía.

—Te mostraré una sorpresita que seguro te bajará los sumos que hasta ahora te cargas —tomo el control de la mesita, y le doy encender a la pantalla. La cara de Berni cambia automáticamente de color cuando mira lo que ha empezado a reproducirse. Puedo ver sus lágrimas bajar por sus mejillas. Disfruto de verla tan dolida, y no es para menos, yo estaría peor si veo como golpean a mi hermana, y le quitan una a una las uñas del pie mientras grita que le duele. Es tanto el dolor causado que en una parte del video Lía ya no puede hablar. Detengo el video—. ¿Te ha gustado? A mí me ha encantado.

—¡Qué demonios le hicieron a mi hermana! ¡Dónde la tienen! —quiere soltarse de las cuerdas, y no puede—. Te aseguro que me las vas a pagar, lo que le hiciste a mi hermana es cruel.

—¿Y lo que me hicieron ustedes a mí no es cruel? Me robaron el amor de mis papás, les dieron una vida de reina, mientras yo vivía de lo poco que me ganaba como prostituta —aprieto su barbilla, clavando ahí mis uñas—. Lo tuvieron todo, cuando yo solo tuve migajas. ¿Y sabes qué? No soy quien le hizo aquello a tu hermanita querida, claro, me hubiera encantado, pero nuestra mamita y Harry se me adelantaron.

—Sacaste la misma sangre podrida que mis papás —sus ojos destilan tanta rabia y no puedo negar que tenemos algo de la otra—. Sea lo que sea que vayas hacerme, no me dejes viva. Te mataría.

Afirmo mi mano en su mejilla logrando que sus labios queden levantados, los aprieta cuando conoce mis intenciones, y le doy un golpe en el abdomen para que abra la boca, efectivamente lo hace y aprovecho para tomar la botella de alcohol y echársela en la boca. Se remueve de un lado a otro, y lo último que cae en su boca me lo tira en la cara.

—Te hice un favor dándote alcohol —esbozo una sonrisa malévola—. Bisexual, alcohólica, zorra y fácil. Linda combinación.

Deseé tanto este momento que lo voy aprovechar al máximo. Mientras Berni tose por quitarse el sabor a alcohol de su boca, yo busco un martillo y un corta cutículas, saco mi botella de alcohol y dejo todo en una mesa. —Te daré la mejor bienvenida a mi hogar —sonrío para mí misma.  

Llamo a uno de los que me ayudó para sacar a Berni de su auto, y viene sin protestar, le indico que tiene que hacer, y le suelta una mano a Berni, la deja sobre la mesa, pero antes lo manotea.

—¿Estás segura de querer hacerle esto a la chica? Ella no tiene culpa de lo que han hecho tus papás.

—Cuando te pida tu opinión, me la das, mientras cállate el pico. Esta chica así de bonita como la ves, ha tenido todo de lo que yo he carecido. Y es una lástima que no tenga a Lía aquí, todo sería más divertido.

Lo que llaman un amor desastroso. [#2] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora