1. Ella ha vuelto

911 60 2
                                    

Lo que llaman un amor desastroso.

Capítulo 1: Ella ha vuelto.

—Betsy Blair—

—Sabía que mi corazón no me podía fallar —no tenía la menor idea de qué hacer al verla de nuevo. Mi corazón quiere salirse y por más que la tenga en mis brazos no siento que ella sienta la misma alegría y nostalgia de verme—. No podías estar muerta.

Me aparta con rapidez y me mira de pies a cabeza. Parece que no me reconoce.

—¿Quién eres? —me rio al pensar que es una broma, y me frena—. ¿Pregunté quién eres? ¿De dónde saliste? —ya no era gracioso que hiciera como que no me conoce. Ya sé que mi ropa está húmeda y mi cabello despeinado por el agua lluvia de hace un rato, pero tampoco estoy tan desastrosa como para que no me reconozca.

—¡Joder, Lía, ya no es chistoso! —La empujo por su brazo y ella me mira sin entender—. Soy Betsy, la chica loca que más quieres y no puedes estar sin ella —sonrío—. Venga, ya no hagas que no sabes quién soy. Yo sabía que estabas viva, que algo no estaba bien cuando tus papás dijeron que te habían desconectado.

Me mira como si tratara de recordar algo, y aprieta sus ojos negando con su cabeza. Tomo sus manos y solo las sostiene por segundos.

—No tengo idea quién eres, y menos de dónde saliste. No me gusta que tengas esas confianzas conmigo, yo apenas vengo llegando a esta ciudad —su petulancia me deja claro que ella no tiene idea quien soy. Quiero llorar aquí, pero no lo hago—. Te pediré que no me vuelvas hablar, y mucho menos a tocar. Mantén tu distancia.

Da la vuelta para irse y con un trozo en mi garganta le susurro.

—Dijiste que hasta en otra vida me ibas a amar.

Me mira sobre su hombro.

—¿Amarte? —camina hacia mí—. Aquí no tengo registro tuyo —con sus dedos me toca la cabeza—, y en mi corazón no hay indicios que alguna vez te amé. Las otras vidas no existen.

—Tú dijiste que sí existían.

—¡Y ahora digo que no! —Ataca—. No sé quién eres y ya bájale a tu plan ridículo de enamoradas. Yo no te conozco.

Abro mis ojos al sentir la primera gota de agua lluvia en mi cuerpo. Miro a Keisyth correr a mi lado para buscar dónde escondernos y recuerdo que cerca hay una enramada y ahí vamos. Los recuerdos de aquella vez donde vi a Lía en la editorial jamás se irán. No dejo de pensar que sea ella, nadie más puede parecerse a ella y tener esos ojos tan lindos que recuerdo todo el tiempo. Sentía doler hasta mi piel ese día cuando ella no me recordó, y aunque lloré como una bebé, ahí estuvo Keisyth. ¿Quién es ella? La misma chica que secó mis lágrimas aquel día en la editorial. La que me dijo que no llorara.

—Esos ojitos solo pueden estar así de triste por una sola persona —no me molesto en mirarla—. Lía.

—No puedo sacar de mi cabeza la imagen de ella —esta vez tampoco la miro—. Nadie puede parecerse tanto a Lía, pero lo que no entiendo es por qué no me reconoció, por qué parecía tan indiferente a mí.

—Debes dejar ir ese recuerdo que solo te está haciendo daño —Keisyth me toma por el mentón para que la mire—. Ella ya no está, ha muerto, y debes dejar ir su recuerdo. A ti te duele recordarla, y a mí me duele ver que no puedes olvidarla.

—Le dije que no podría olvidarla, aunque no estuviéramos juntas, y nadie va a lograr que la olvide.

—¿Ni siquiera yo?

Lo que llaman un amor desastroso. [#2] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora