12. ¿Beso negro?

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Lo que llaman un amor desastroso.

Capítulo 12: ¿Beso negro?

—Lía Sellers—

¿Qué fue todo eso que pasó? ¡No lo sé! Desde mi plática con Harry empecé a recordar cosas. Al despertar de mi desmayo, una ola de recuerdos me invadieron. No sabía qué hacer, y llorar fue mi única salida.

Sabía que no tuve la mejor vida antes del accidente, pero tampoco imaginé que mis papás habían sido tan malos conmigo, que me habían querido matar, que me mandaron a cortar la cara y que mi hermana Berni tuvo un problema con el alcohol, y tal vez drogas.

Recordé el día del accidente, y yo no estaba como Alejandro, como me lo hizo creer, yo estaba con Betsy, y por no querer que nada le pasara, la salvé. Me habían mentido por más de un año, y por estar drogada con los medicamentos que me daban, no recordaba nada. Sé que Alejandro no me hizo daño, pero él al igual que mis papás, me hicieron creer cosas que no eran, y yo por no recordar me sentía tan estúpida.

Es que parece que me estuviera viendo en aquella cama, donde lloraba porque me sentía mal al no recordar nada de mi supuesta boda con Alejandro. Ahora entiendo la cara de Keindy al verme en la calle y la cara de todos en la universidad al verme llegar. ¡Qué tonta fui!

—¿Qué hubo con Brian?

Estoy tirada en el piso con Betsy, me ha contado todo lo que me he perdido, desde la muerte de Carper, hasta que Harry no está preso porque no hay pruebas que sea el asesino de Dayton. Esto está peor que hace un año.

—¿Brian? Él se destrozó tanto —abre sus ojos—. Incluso se alejó del chico con el que andaba. Todo fue muy duro, y como ahora regresó a su casa, tiene que fingir ser lo que no es.

Escuchamos unos gritos que vienen de la cocina, yo soy la primera que se levanta y Betsy detrás de mí. Berni tiene unos trapos prendidos, y una olla está toda negra. Betsy me pasa el extintor y logramos apagar el fuego.

—¡Por Dios, Berni! ¡Piensas matarnos! —Bet se coloca unos guantes y bajamos la olla—. No sabes cocinar, para qué demonios te metes en la cocina.

—Uys, que violencia —le tira el delantal encima—. Esto estuvo peor que el beso negro.

—¿Beso negro?

—Que lenta eres, Lía. Lo dije porque el incendio y el beso negro son calientes.

—¡Sucia! —le decidimos al tiempo.

—Eso me dicen ahora, pero deja que practiquen el beso blanco o todos esos tipos de besos que existen —no nos queda de otra que reírnos de las ocurrencias de mi hermana—. ¿Ya tienen todo listo para el viaje? —habla y nosotras quedamos perdidas—. Chicas, no puedo creer que ustedes no sepan que mañana es el viaje que organizó el profesor Orlando. Todo el salón irá, y es en una finca llamada "la mujer maravilla". Un nombre muy peculiar.

—¿No es la finca del papá de Harry? —inquiero.

Betsy asiente. —Sí.

—Debemos ir, yo no me perderé tres días de diversión, ya necesitamos salir de tanto lío. ¿Vienen?

—Danos unos segundos.

Alejo lo suficientemente a Betsy para que mi hermana no escuche lo que estoy pensando. La pobre me odiaría.

—Debemos ir —le susurro—. Es una oportunidad perfecta para que Berni y Keindy arreglen las cosas. Ellas se quieren, y yo por estar lejana a la realidad no hice nada por unirlas.

—El cerebro te funciona bien —bromea y se ríe—. En ese paseo habrá reconciliación, te lo aseguro.

Nos giramos a mirar a mi hermana.

—Sí iremos a esa finca.

(.....)

—Se nos... hará... tarde —no puedo ni hablar. Betsy no me ha dejado descansar un solo segundo, está lamiendo mis pezones. Están erectos—. Be... Betsy

—Que aburrida eres —me hace a un lado, sin lastimarme—. Ojalá no te niegues a estar conmigo en esa finca.

—Y ojalá tú hables con Keisyth antes que pase lo mismo que pasó con Mafe. ¿Te lo recuerdo?

—¿Me estás culpando de lo que ha pasado con ella?

—Ponle lógica y verás quién fue la que se metió con Mafe.

—No quiero partirle el corazón a Keisyth.

—¿Qué hay de mí? —me levanto de la cama, y esto sí que me ha enojado—. ¿No quieres hablar con ella? Vale, lo haré yo.

—Amor, ven, no quiero que estemos mal —la ignoro—. ¡Joder, Lía, que vengas!

No pretendo regresar donde Betsy. Antes porque no me acordaba de nada, pero ya recordé todo, y estoy segura de que no quiero regresar a lo mismo. No quiero que otra chica loca me haga la vida imposible.

—Dos horas después—

Estoy muerta de cansancio, creí que no íbamos a llegar nunca. Estamos fuera de la ciudad, en un pequeño pueblo que, para ser honesta, es divino. Gente muy tranquila, y que te saludan como si te conocieran de hace años. Ya hemos llegado a la finca "mujer maravilla", para ser sincera, no está nada mal, yo esperaba algo menos bueno.

La hacienda donde nos quedaremos estos tres días, está dentro de la finca. Es toda blanca por dentro y en sus paredes cuelgan cuadros de algunos grupos de ranchera, al igual que unas imitaciones de cabeza de vaca. En el patio hay una enorme piscina, que se encuentra rodeada por arbustos, su baldosa roja, unas sombrillas blancas, y debajo reposan unos muebles negros. Lo más impresionante es una pequeña cancha de golf, y en el patio trasero que hay una piscina más pequeña, una casa campestre y otra burbujeante. Hay unas hamacas que perfectamente te dejan mirar el cielo nublado y el mar a unos metros de aquí.

—Vaya finca la del papá de Harry —comenta un compañero—. Derrocha el dinero. Buena finca la de tu papá, loco.

—Soy el rey del mundo —me pasa el brazo por encima de los hombros y lo hago a un lado—. ¿Chiquita, qué te pasa?

—Deja de ser pesado. Chicos, vamos.

Cada habitación tiene los nombres de las personas con las que nos han tocado. A mí me tocó con Berni, Loraine y la otra chica no la conozco, viene en camino con el profesor Orlando. La chica es su sobrina.

—No me pudo tocar con alguien más, sino con lo peorcito de la universidad.

Ay, Berni, ya empezaste.

—Por primera vez estoy de acuerdo contigo, es injusto que me haya tocado con las hermanas Sellers Dallas. Eso sí es de lo peorcito.

—Bueno ya, las dos se callan.

—Iré a conocer la finca.

Berni sale de la habitación, y antes empuja a Loraine y sale como si no hubiera hecho nada. No pretendo sacar mis cosas de la maleta, solo serán tres días y luego me toca empacar de nuevo.

—Oye —me volteo a mirar a Loraine—. Te extrañé.

—Yo a ti no.

—Tomaré eso como un "casi muero sin ti" —se acerca a abrazarme, y no la alejo—. Me voy a arrepentir de lo que diré, pero nunca había extrañado tanto a alguien como a ti, y mira que eres una niña muy estúpida por pretender dar tu vida por alguien como Betsy.

Arrugo mi nariz, para después reírme.  No alcanzo hablar cuando escuchamos una voz:

—Disculpen si las interrumpo, pero...

—¿Y tú eres... ? —pregunta Loraine, con cierta altanería en su voz. Ni siquiera la dejó hablar—. Shu, shu, intrusa

Eso no fue tan grosero de su parte después de ver quién es. No puede ser que de tantas personas en el mundo la chica que se va a quedar con nosotras sea Keisyth. Vale Diosito, mi vida es un asco y tú quieres colocarla en mi camino. ¡La vida es cruel, hermanos!

Lo que llaman un amor desastroso. [#2] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora