7. Keindy

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Lo que llaman un amor desastroso.

Capítulo 7: Keindy

—Berni Sellers—

Sin que mi hermana y Betsy se den cuenta las miro. Hace dos días que las dos están muy extrañas: se hablan muy poquito o solo se dan miradas. Algo tuvo que pasar para que ellas estén actuando tan raro.

Yo decidí quedarme en la casa de Betsy, hasta que consiguiera un apartamento, no pretendo vivir con mis papás después del daño que nos han hecho a mi hermana y a mí. Pasar meses en el centro fue la experiencia más dura que tuve que vivir, pero sabía que era lo mejor para mi vida. Hubo días donde pasaba llorando, sentía que mi vida se había acabado.

Conocer al papá de Betsy no me agradó en nada, ese señor es un ogro, y agradezco que pase fuera de casa: así no debo verle su cara de limón todo el santo día. Las poquitas veces que está me saca todo en cara, y si no digo nada es por respeto a la mamá de Betsy. Él merece unos golpes en sus partes débiles.

Estaba completamente sana, y así quise quedarme en el centro, ahí estaba Evangelina, y ella me estaba ayudando a superar mis temores. La chica se ganó mi cariño y yo el de ella. Pasé tantas noches triste, extrañaba a mis amigos y la única que me visitaba era Betsy.

Keindy un día desapareció de mi vida, creí que algún día vendría a buscarme, y no fue así. Ella solo se fue sin darnos un motivo, y fue lo más duro que viví, después de la supuesta muerte de Lía.

Estoy sentada en el jardín de la casa de Betsy, Zhair ha llegado, no quise ser imprudente, por eso me salí y lo dejé con las chicas en la cocina: ellos parecían hambrientos.

—Todavía te gusta estar en la soledad —esa voz, la conozco tanto: Zhair—. Nunca vas a cambiar, ¿cierto?

—Y tú nunca dejarás de aparecer como el espíritu chocarrero, ¿cierto? —hace como si pensara, para después reírse, y darme un beso en la frente—. Dejaste a las chicas solas, ¿sí sabes que son un desastre? Ellas son como eso que llaman un amor desastroso.

—Lo peor que puede pasar es que terminen haciendo el delicioso —me rueda para él sentarse en el sofá—. Nosotros en algún momento también fuimos desastrosos.

Vale, debí hablar y disculparme con él.

—Lo siento —borra su sonrisa—. Por estar metida en mi mundo de alcohol, no me di cuenta de que te estaba lastimando, y de verdad lo siento. Yo no sabía lo que hacía, y no lo justifico, pero era la única salida que tenía, me estaba absorbiendo el dolor y la tristeza, que no medí mis palabras y mis actitudes contigo.

—¿Por qué tomabas tanto?

Ok, yo esperaba un insulto de su parte.

—Quería olvidar la familia tan exageradamente basura que me tocó, a excepción de Lía. También quería olvidarme de mis problemas y de... nada.

—Dilo.

—Uno de mis tíos abusó de mí. Yo sabía que él quería hacer lo mismo con Lía, y ella le dijo a mis papás, ese día le fue muy mal, por eso me callé todo.

—No debiste callarte lo que te hizo ese tipo.

—Ya no importa, lo superé con el tiempo, solo es un mal recuerdo —beso su mejilla—. No le digas nada a Lía, o te despides de Zhaconda.

Suelta una carcajada.

—Te acuerdas de eso todavía. ¿No la quieres probar?

—¿Y volver a lo mismo de antes? No me apetece —me levanto del sofá y me arreglo mis senos en la blusa—. Ya no hay más encuentros sexuales.

Lo que llaman un amor desastroso. [#2] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora