Con la mano de mi enemigo alrededor de la cintura, estudio cómo se esconde el sol en el océano jaspeado. Nos hallamos en la cima del acantilado de Kealakekua —en Big Island—, una amalgama de millones de rocas volcánicas de tamaños variados y selladas una contra la otra.
El yate nos espera anclado allí abajo, pues a esta zona solo puede accederse si caminas a través de la montaña o llegas por el agua. Estamos aquí porque mi acompañante ha insistido en que debía conocer el monumento a mi compatriota —el capitán James Cook— quien murió en la zona en mil setecientos setenta y nueve durante la refriega con los nativos que le habían sustraído una embarcación.
No me llama la atención, si os soy sincera. Es un pequeño obelisco en tono blanco sucio y con letras negras muy simples. Sin embargo, el paisaje que lo rodea es indescriptible. ¡Impresiona y esto que ya he visto de todo! El mero hecho de nadar rodeada de las tortugas hawaianas, que están en peligro de extinción, ha sido una experiencia alucinante.
—¿Qué tal si vamos en esa dirección? —Señala la vegetación.
—Usted dirige, capitán —bromeo, feliz—, no conozco este sitio.
Por la forma en la que me contempla deduzco que la exploración que desarrollaremos a continuación será de tipo erótico. Estamos solos y cargamos nuestras pertenencias, aunque con Van de Walle el concepto soledad siempre es relativo, pues desde hace semanas me invade la impresión de que me vigilan. Él lleva una mochila bastante llena —cuyo contenido ignoro— y del hombro me cuelga el bolso de playa repleto con los artículos imprescindibles. Ya sabéis, agua embotellada, protector solar, gafas, preservativos, otro bikini, una toalla y algunas cosillas más.
Pese a que muchas zonas de Hawai se hallan sobreexplotadas, en esta parte da la sensación de que no ha llegado la civilización, pues reina la calma y no hay turistas. No sé para qué lo pienso. De improviso treinta hombres armados hasta los dientes salen de detrás de unos enmarañados arbustos, como si los convocase con el pensamiento.
—¡Escóndete allí! —El mafioso me señala una palma gigantesca mientras saca una ametralladora ligera de la mochila—. ¡No salgas de ahí y ten cuidado! ¡Mis hombres nos defenderán!
Le hago caso. Al fin y al cabo, llevo meses peleando contra los suyos, los mismos que hoy «me defenderán». Como expresa el dicho: «los enemigos de mi enemigo son mis amigos». ¿Para qué gastar mi energía en enfrentarme a ellos? ¡Vaya ironía lo de vivir peligrosamente, se generan las alianzas más inverosímiles!
La amenaza que nos acecha no evita que esté a punto de largar una carcajada al apreciar que de la nada surge un ejército del espeso follaje. Visten ropas negras estilo ninja y se posicionan junto a Willem Van de Walle. No me extraña que me picase tanto el cuerpo, cientos de ojos me observaban. ¡Qué paseo solitario el nuestro! Me cuesta horrores contener la risa.
—Y no es una risa histérica, nena. —Anthony aparece al lado de mí—. Tampoco estás fuera de tus cabales esta vez. ¡Qué sentido del humor el tuyo!
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La médium del periódico #1: The Voice of London (éxito Wattpad WEBTOON Studios).
Paranormal🔞ATENCIÓN, ESTA NOVELA ESTÁ CATALOGADA COMO MADURA. 🔞 Pensaba que mi día a día era agitado porque recorría el mundo para hacer entrevistas a los muertos, que luego publicaba en el periódico The Voice of London. Y, también, porque tenía muchos aman...