31- CAPÍTULO FINAL: ¿Quieres saber quién soy de verdad?

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Aspiro hondo la brisa cálida de Pembroke Manor

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Aspiro hondo la brisa cálida de Pembroke Manor. La perfuman los aromas de las rosas, de las espuelas de caballero, de las amapolas, de las violetas y de la gramilla. Ahora es mi propiedad y debería bastarme para ser feliz, pero recuerdo una y otra vez la decepción en los ojos celestes de mi mafioso y los escalofríos causados por la ansiedad me recorren el cuerpo.

     Esta enorme mansión del siglo dieciséis es mi refugio. Solía perderme dentro de los armarios de madera de manzano igual que Lucy, pues esperaba encontrar del otro lado el mundo mágico de Narnia. Me siento en la hamaca en la que siempre jugaba cuando era niña, pero no porque me esconda de alguien o porque les tema a las consecuencias de mis actos.

     Estoy sola, les he regalado a mi abuela y a su ahijada dos pasajes en el crucero Paul Gauguin para que recorran la Polinesia francesa. A la servidumbre, en cambio, le di libre este fin de semana. Porque sospecho que el delincuente del que me he enamorado podría localizarme para ajustar cuentas conmigo.

     Y no me equivoco. Horas después arriba en compañía de un ejército.

—¡Apresadla, me la llevo a las islas Seychelles! —El mafioso cree que me puede amedrentar—. ¡Pero no le hagáis daño, yo mismo me encargaré de castigarla! La ataré a las patas de mi cama y nunca se me volverá a escapar.

—Quizá cambies de opinión si te cuento un pequeño secreto. —Me columpio en la hamaca como si no pasara nadaᅳ. ¿Sabías que trabajo para el MI6 y que soy una de las espías que se ha dedicado a terminar con tu organización? Supongo que te lo debí confesar antes, pero tú preferías fingir que eras un empresario normal. ¿Todavía deseas llevarme contigo si te cuento que lo de Old Trafford fue idea mía?

—¡Apresadla rápido y tapadle la boca o no respondo de mí! —No hay duda de que lo he enfurecido.

—¡Uy, qué hombre tan valiente, siempre manda a otros a hacer el trabajo sucio! —Me pongo de pie y trato de no pensar en los momentos en los que me acariciaba y en los que me hablaba tierno.

     Me coloco en la posición de espera estilo Lilibeth. Y cuando se me aproxima el primero de sus hombres salto sobre él y lo dejo inconsciente de un solo zarpazo. Los demás me observan recelosos.

      Se me acercan tres por distintos costados y con la finalidad de repelerlos me transformo en una grulla. Los pongo fuera de combate por medio de mis aleteos y sueltan las armas. Me agacho y cojo uno de los rifles de asalto. Lo sostengo entre las manos y me concentro: lo doblo como si fuera una ramita de pino. El mafioso me contempla atónito mientras desmayo uno por uno a sus secuaces.

     Yo le sonrío y recalco con ironía:

—Un arma menos para que vendas. ¿Quién crees que terminó con tu sede de Brooklyn o que mató a los esbirros de Kruger? O que hizo fracasar los planes de lord Salmond en Mauritania, aunque esto último seguro que me lo agradeces. —Se que resulta una contradicción, pero más furiosa que con el mafioso lo estoy conmigo por haberme enamorado de él a sabiendas de cómo era.

La médium del periódico #1: The Voice of London (éxito Wattpad WEBTOON Studios).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora