23- El libro de la selva.

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Mi mafioso y yo parecemos frescos a pesar de las horas en avión desde Londres hasta el aeropuerto de Trang y de las que caminamos por la selva tailandesa

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Mi mafioso y yo parecemos frescos a pesar de las horas en avión desde Londres hasta el aeropuerto de Trang y de las que caminamos por la selva tailandesa. Pensaréis que es una tontería, pero me siento como si Hathi —el elefante salvaje que todo lo sabe— me hubiera traspasado sus conocimientos igual que a Mowgli, el niño al que criaron los lobos en El libro de la selva. Me refiero a la obra ambientada en la India del escritor Rudyard Kipling, nuestro primer Premio Nobel británico. ¿Os preguntáis el porqué? Porque me da la sensación de que también conozco las palabras mágicas de todos los animales, incluidas las de las serpientes, pues ninguna me molesta.

     Contemplo a Will. Se halla lejos del océano, su elemento, pero luce feliz. Bebe litros y más litros de agua mientras nos acercamos a la zona donde brotan los árboles del caucho. Cada vez que lo veo me entra el asombro. ¿Cómo es posible que se haya ofrecido a acompañarme en esta empresa tan peligrosa? Muchas personas han desaparecido en la zona y eso que no intentaban la barbaridad que yo me propongo ejecutar aquí.

—¿No extrañas el mar? —La maleza le llega hasta la cintura—. Si quieres nos refrescamos en ese arroyo. —Y le señalo uno de aguas negras, repleto de sanguijuelas.

—Gracias, pero no, Danielle. —Lanza la risa sensual que siempre me derrite.

     Se acerca y me abraza. Me da un beso que, en honor a la verdad, es muy excitante y al mismo tiempo pringoso. Parece que nos hemos tirado a una piscina debido a la cantidad de sudor que nos corre por los cuerpos.

—No falta mucho —y le advierto—: Estás a tiempo de arrepentirte.

—Llegamos juntos y seguiremos juntos. —Tuerce la boca.

—Sí, ¡y es lo que más me extraña! —le repito por cuarta o quinta vez—. Que estés conmigo en este lugar alejado de la mano de Dios y sin tu escolta.

—¡Ni en Tailandia contigo te enteras de que te quiero, Danielle! —Suelta un bufido resignado—. ¿Armamos la carpa, comemos y damos por terminado el día de hoy?

—¡Buena idea! —Me acomodo los mechones de pelo que se me han escapado de la coleta—. Pronto anochecerá.

—¡Perfecto! —Se agacha para encender la hoguera que poco antes ha preparado—. Este sitio es ideal y creo que el fuego nos protegerá de las alimañas.

     Yo, distraída, analizo sus palabras anteriores. Ignoro si Willem está en realidad conmigo porque me quiere o porque sospecha de mí, igual que lord Sardina. Percibo entre la maleza unas king cobra  que se esconden de mi acompañante y que me clavan los ojillos con curiosidad. Se alimentan de otros ofidios y dan la impresión de que se merendarían al mafioso —una serpiente más grande— si intentase hacerme daño. Él ignora el peligro que lo acecha porque se entretiene ahora al armar la tienda de campaña.

—Listo, podemos refugiarnos dentro cuando queramos. —El tono es sensual—. Aunque sería una buena idea continuar, primero, con lo que hemos dejado a medias.

La médium del periódico #1: The Voice of London (éxito Wattpad WEBTOON Studios).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora