El recorrido hasta la guarida de los secuestradores se convierte en una pesadilla eterna. Nos perdemos en las entrañas del desierto del Sahara, enfundados en las ropas típicas mauritanas en tono negro.
Alice nos guía, de lo contrario no sabríamos por dónde avanzar. Es casi seguro que moriríamos atrapados por estas fauces de arena con olor áspero, pues nos devorarían como si fueran plantas carnívoras.
Después de un pequeño trayecto en el Land Rover 4 x 4 —que nos aleja del litoral— alrededor de nosotros solo se aprecia un vacío infinito en el que las dunas se juntan con las estrellas. Nos caemos, nos levantamos, nos hundimos hasta las rodillas en la arena. A veces nos asemejamos a las figuras de los mártires que rezaban en el Coliseo Romano, antes de ser despedazados por los leones y por otras fieras. ¡Arena, arena y más arena! Subimos montículos, los bajamos, los volvemos a subir, los volvemos a bajar, el cuento de nunca acabar.
La hazaña la logramos casi a ciegas, pues es una noche sin luna. Y digo casi porque la bruma que forma el cuerpo de Alice destella. Solo la veo yo. Mi amiga se distingue mejor en la oscuridad y me sirve de antorcha fantasma. Noah va detrás de mí y me sujeta la ropa. Eludimos arenas movedizas en todo momento. ¡Arena, agobiante arena, toneladas de pequeñas partículas! No son como las de los pantanos, hechas de barro semi-líquido, sino secas, engañosas.
Antes de llegar hasta el corazón del desierto —cerca de la casa de seguridad— hemos perdido un tiempo valioso debido a que hemos escuchado el sonido de voces.
—¡Rápido! —me ha alertado Noah—. ¡Ven aquí!
Nos hemos camuflado entre los arenales interminables. Poco a poco se han acercado, algunos con linternas en la mano. No iban armados. Eran personas de raza negra que se aproximaban a una pequeña embarcación. Me he sorprendido: debía de ser para diez, como mucho, e iban a subir alrededor de cien. Dos niños han caído en el agua, sentados a los pies de los mayores. Alguien los ha cogido entre los brazos y los ha alentado con palabras que sonaban alegres.
Una chica embarazada se acariciaba el vientre. Las he contado: había cuatro y todas con tripas descomunales, cualquiera diría que darían a luz a personas adultas. Todos se han preparado para llegar a Europa y soportar la xenofobia... Si tienen suerte y no se ahogan antes de llegar. O no los expulsan. O les permiten tener la residencia en lugar de vagar como sombras. ¡Cuántas injusticias! «Si en el futuro el MI6 me pide otra colaboración les cobraré más».
—¿Estás nerviosa? —Noah me pasa el brazo por los hombros.
Supongo que ha notado cómo me he crispado al ver las imágenes que se destacaban contra la orilla del agua. Al sentir su contacto por un momento he reflexionado —para distraerme— acerca de nuestra breve historia sexual. ¿Ha llegado al punto final o solo es un punto y seguido? ¡Difícil decisión! ¿Volveré a complicarme con otro bad boy que tiene la P de problemas escrita sobre la frente? Debería quitarle los pétalos a una margarita mientras pronuncio «me acuesto con Stone, no me acuesto con Stone» y permitir que la flor decida. ¿O le haré caso a Anne Boleyn e iré por terreno conocido? Esto último sería proceder en contra de mi personalidad y muy aburrido.
ESTÁS LEYENDO
La médium del periódico #1: The Voice of London (éxito Wattpad WEBTOON Studios).
Paranormal🔞ATENCIÓN, ESTA NOVELA ESTÁ CATALOGADA COMO MADURA. 🔞 Pensaba que mi día a día era agitado porque recorría el mundo para hacer entrevistas a los muertos, que luego publicaba en el periódico The Voice of London. Y, también, porque tenía muchos aman...