Estoy en la Torre de Londres. Me preparo para convocar al espíritu de Anne Boleyn, segunda esposa del rey Henry VIII de Inglaterra y la primera a la que le cortó la cabeza.
Me llamo Danielle Williams. Trabajo como articulista para The Voice of London, uno de los periódicos más reputados de la capital británica, mi lugar de nacimiento. En compañía del fotógrafo Ryan O'Donell recorro castillos a lo largo y a lo ancho del continente europeo. Mi interés radica en aquellas mansiones que cuentan con leyendas de cientos de años en lo que a avistamientos de fantasmas se refiere.
Siento que el espectro de Anne se aproxima. Resulta curioso porque lleva sin aparecerse desde mil novecientos treinta y tres, pese a haberse manifestado con anterioridad en más de treinta mil oportunidades. ¡Los ingleses llevamos un registro incluso de esto! Creo que no será necesario que la llame, ella vendrá a mí.
Mi jefe, sir Nathan Rockwell —director general y accionista principal del periódico—, está convencido de que soy la mejor en lo mío. Y no fanfarronea de haberme contratado porque seamos amantes, pues en lo que se refiere a los negocios y al dinero siempre se comporta con imparcialidad.
Contactó conmigo por primera vez a través de un amigo común —compañero mío en la Universidad de Oxford— para solucionar un problema personal. Tengo un doctorado en historia y evito que me confundan con las pitonisas que usan turbantes o con las que se burlan de la credulidad de la gente en los platós de televisión.
Nat es un hombre hecho a sí mismo y no le preocupa el qué dirán. Como me negué a cobrarle, me concedió un espacio semanal en calidad de articulista a modo de recompensa por solucionarle el inconveniente con su hermana muerta. Y así él me presentó a bombo y platillo en las primeras páginas del fin de semana, previa publicidad en internet y en los canales televisivos públicos y privados. Desde ese momento mis padres —lord y lady Pembroke— me retiraron la palabra. La única condición que puso mi jefe fue que mi primera columna se refiriera a su caso y que él apareciese como testigo de los hechos que yo relataba. ¡Increíble!
Y digo increíble porque venía de cooperar gratis, por mediación de otros conocidos, con varios políticos. A ellos sí les preocupaba mucho el qué dirán y realizaban las consultas con extremo secretismo. Resulta ridículo porque luego los ves quedar mal por robar dinero público, pero ahí no les inquietaba porque siempre tenían alguna excusa preparada.
Profundicemos en la inquietud de sir Nathan. Su hermana —lady Elizabeth Davenport— lo comenzó a visitar a la luz de la luna a partir del día siguiente a su muerte. Mi jefe, como todo noble inglés que se precie, es muy flemático. No le preocupaba ver una aparición por primera vez en su existencia. Lo que lo alteraba era que la mujer movía la boca y él no entendía qué necesitaba.
Recién intervine yo sesenta noches después del encuentro inicial, cuando Nathan ya se encontraba desesperado. Lady Elizabeth me explicó que había plasmado —un par de años antes— su última voluntad. Aunque no tenía el valor de un testamento porque no había firmado el escrito, deseaba que su hermano menor ayudase a las personas allí mencionadas.
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La médium del periódico #1: The Voice of London (éxito Wattpad WEBTOON Studios).
Paranormale🔞ATENCIÓN, ESTA NOVELA ESTÁ CATALOGADA COMO MADURA. 🔞 Pensaba que mi día a día era agitado porque recorría el mundo para hacer entrevistas a los muertos, que luego publicaba en el periódico The Voice of London. Y, también, porque tenía muchos aman...