5- El desnudo de lady Danielle.

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Me asombra el borbollón de personas que observan mis retratos en la sala principal de la Royal Academy of Arts, en el West End

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Me asombra el borbollón de personas que observan mis retratos en la sala principal de la Royal Academy of Arts, en el West End. De hecho, el sitio está repleto de fotografías artísticas mías en distintos grados de desnudez. No es factible sustraerse de ellas ni del aroma a perfumes caros. Mientras el resto de la gente viene y va, yo me hallo frente a mi favorita. En ella me encuentro tumbada boca abajo sobre la cama. Sin ropa, claro.

     Cada tanto me interrumpe alguna persona para felicitarme por tan maravillosa exposición. Me dan la enhorabuena y luego se dirigen hacia Ryan, el artista. Hemos reunido a la flor y nata de nuestra sociedad, con excepción de mis padres. Pero todos sus amigos, los hijos y los nietos están presentes, así que no se salvan del escándalo. Nadie se perdería un acontecimiento tan destacado y menos mi abuela, ya que sigo sus pasos de reina erótica.

—Pareces angelical en todas las fotos. —Nathan se me pone codo con codo y lanza una carcajada—. Se nota que Ryan no te conoce.

—Sí. —Me río—. Creo que se ha pasado, aunque no me quejo porque estoy genial. En todas me veo etérea.

—Demasiado etérea. Se nota que tiene una imagen idealizada de ti. —Me pasa la mano por el hombro—. Yo soy más realista, Dan. Te quiero así, no te cambiaría nada.

—No sé si es un halago o un insulto. —Suelto una carcajada—. Pero entiendo lo que quieres decir. Y reconozco, cielo, que es una verdad como un templo.

—Es un halago, Dan, de mí solo vas a escuchar halagos. ¡Siempre! Es más, este vestido azul eléctrico te convierte en una diosa. —Seductor, frota la tela como si me acariciara la piel—. ¡No te haces una idea de cómo te sienta!

—Gracias, Nat. Me lo hizo Stella McCartney para la inauguración. —Y le rozo la mejilla con los labios y la punta de la lengua—. ¡La adoro! Odio la moda convencional y aburrida. No sé cómo le ha dado tiempo porque todo esto ha sido a las corridas. Gracias a ti, por supuesto. Ignoro cómo lo conseguiste...

—¡Es un secreto! Estaba impaciente por ver la exposición, Venus. —Efectúa una mueca—. Ryan guardaba celoso las fotos y solo había una forma de hacerme con alguna de ellas: acelerar la exhibición.

—Me imagino. —Le pellizco la mejilla con suavidad—. Como su tarea no era en horario laboral no podías obligarlo... Y deja de llamarme Venus.

—¿Por qué? Te queda genial. —Me guiña, cómplice—. Tú eres la diosa del amor y de la belleza, Dan, no me lo puedes negar.

—Conseguí, a fuerza de golpes, que Ryan dejase de llamarme así. El babe  lo tolero, no me molesta. ¡Y ahora me empiezas tú con lo de Venus!

—Lo siento, después de tu paso por aquí me resultará difícil llamarte de otra forma.

     Supongo que es así cómo los individuos empiezan a cargar con apodos que no les gustan. Comienza de una forma tonta y después se quedan pegados como gélidas losas hasta la muerte. Conozco a Nathan, se comporta como un león con un trozo de carne, no lo suelta aunque vengan todas las hienas del Serengeti. Me costará mucho hacerlo cambiar de opinión, necesitaré el máximo de persuasión en la cama.

La médium del periódico #1: The Voice of London (éxito Wattpad WEBTOON Studios).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora