🔞ATENCIÓN, ESTA NOVELA ESTÁ CATALOGADA COMO MADURA. 🔞
Pensaba que mi día a día era agitado porque recorría el mundo para hacer entrevistas a los muertos, que luego publicaba en el periódico The Voice of London. Y, también, porque tenía muchos aman...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
—¡Qué pereza tengo, cielo! —Lanzo un audible suspiro.
—No me extraña. —Se relame Nathan y luego sonríe sexy—. Estos últimos días la has liado bien. ¡Parece mentira que al fin estemos solos!
No me concentro demasiado en las palabras porque al mismo tiempo me desliza el dedo índice desde el cuello hasta los senos y juega con las aureolas, para a continuación bajar desde el estómago hasta el ombligo. Y el aroma del sexo hace que desee más y más. Nuestra noche ha sido movidita, no sé si me entendéis. ¡Liberamos tanta tensión contenida como la energía equivalente a una bomba atómica moderna!
Aunque sí tiene razón en algo: la hemos liado en todos los sentidos. ¿Sabéis por qué razón? Porque las mentiras cochinas son igual que las bolas de nieve gigantescas. Cuando dices la primera ya no hay escapatoria, se suman hasta el infinito y te aplastan.
Os cuento la más grande de todas. Se supone que mi jefe y yo hemos realizado una escapada romántica a Estados Unidos y que hemos pasado juntos todo el tiempo, la mayor parte de la estadía en este rancho de Montana propiedad de Richard A. Clarkson, un conocido empresario británico que se halla dispuesto a jurar por la veracidad de nuestras afirmaciones a cualquiera que se lo pregunte. El MI6 ha dejado una estela de pruebas por el camino: reservas de vuelos a nuestros nombres, alquileres de coches, hoteles en los que se supone que hemos descansado, incluso fotos en los periódicos, en las revistas del corazón y en las redes sociales y un sinfín de pequeños detalles más. Nadie se sorprenderá porque tanto nuestros colegas de The Voice of London como nuestros allegados saben que mantenemos algún tipo de relación.
—Nada hace más creíble este viaje que un artículo de los tuyos —reflexionó hace unos días Nathan mientras recorríamos la llanura, él montado en una yegua, Wendy, y yo en Wind, un potro—. ¿No se te ocurre a quién entrevistar?
A pesar de haber ido a clases de equitación en el internado desde que era pequeña, debéis saber que apenas rozo el aprobado y soy una pésima amazona. Aunque sí era capaz de apreciar la belleza del paisaje... por momentos. Habíamos planeado, incluso, visitar las Montañas Rocosas y el Parque Nacional de Yellowstone. Iríamos en coche y no en un par de equinos, no soy tan masoquista.
—No se me ocurre a nadie para entrevistar aquí. —Dudé mientras pensaba en las figuras relevantes del pasado—. Los fantasmas recientes no son lo mío, me gustan los antiguos.
—Ya veremos. —Estiró el brazo y me acomodó el sombrero de ala ancha—. ¿Y Stone? Sé sincera. ¿Te gusta?
—La honestidad y el respeto a uno mismo y a los demás es el único medio para que estos confíen en nosotros —argumenté con calma.
—¿Otra de las llaves de la felicidad? —Largó una carcajada—. Mientras no te vuelvas monja puedo soportarlas.
—¿Bromeas? ¡Como si no me conocieras! El celibato forzoso no es lo mío.