19-Doscientas leguas de viaje submarino con mi capitán mafioso.

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Willem y yo nos olvidamos de las cometas y de las tablas

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Willem y yo nos olvidamos de las cometas y de las tablas. La corriente las arrastra y flotan en la orilla. Efectúan una especie de danza con el vaivén de las pequeñas olas, pero nosotros apenas lo advertimos porque nos tiramos uno en los brazos del otro y nos fundimos con el océano.

     Mi mafioso me aprieta fuerte y cierra los ojos. Durante unos minutos permanecemos ceñidos. Nuestros corazones palpitan al unísono, uno contra otro. «Demasiado ejercicio, demasiada adrenalina», justifico así la desesperación y las ansias que nos embargan.

     Lo observo al detalle. Le acaricio el ceño relajado, la fuerte línea de la mandíbula, los párpados suaves, los labios llenos, tan sedosos al tacto y que saben a sal. Tiene la nariz colorada, pues pasamos largas horas al sol, y le han salido unas pecas diminutas. Se las froto con el índice, despacio, y luego el hombro, me gusta sentir los potentes músculos. ¡Son como rocas!

     La piel le huele a algas. No me resisto y le paso la lengua para probar el sabor. ¡Qué exquisito! Las ondas nos lamen con dulzura las cinturas. El agua tan cálida provoca que me suba el fuego también por dentro. Creo que, si lo contemplo un poco más sin follarlo, explotaré como si tuviera la mecha de una bomba entre las piernas. «Es comprensible», intento tranquilizarme, «nos encontramos en un paraíso solo para nosotros dos».

—¿Qué pasa, Danielle? —El belga pronuncia mi nombre como si acariciase cada letra.

—¡Necesito hacerte el amor ya mismo, cariño! —le confieso, frenética—. ¡Aquí y ahora!

     Se ríe, pero no me despega la vista del rostro. Nuestras miradas se acoplan, me da la sensación de que la suya se continúa en la mía. ¿Será porque son del mismo color? Si fuese una de las películas que le gusta consumir a papá sus pupilas reflejarían mi figura.

—¿Algo te lo impide? —me reta, más serio.

—Nada, guapo. —Suelto una carcajada para disimular mi fascinación—. Excepto que me digas que temes que nos quedemos conectados uno con el otro aquí en el agua. Ya le ha pasado a alguna pareja y como estamos lejos de la civilización tendríamos que quedarnos así por un tiempo...

—No me importaría, Danielle. —Y me acerca más a él—. ¡Nunca tengo suficiente de ti!

     Y me come la boca. Las lenguas se enredan y su gusto —sazonado con las algas y el mar— me va directo a la zona más primitiva del cerebro. Nos buscamos con los dedos, apasionados, y los bañadores se pierden aguas adentro. Mezclamos nuestros cuerpos en extrañas combinaciones y me excito tanto que me duele el vientre.

     Sitúo las piernas alrededor de las caderas de Will. Él con una mano me sostiene la espalda, mientras con la otra se coloca y entra con fuerza dentro de mí. Las ondas facilitan nuestras acometidas. ¡Soy ligera como una pluma! Provocamos un chapoteo sensual al ondular y la temperatura se incrementa. Ahora el océano quema, ha llegado al punto de ebullición.

La médium del periódico #1: The Voice of London (éxito Wattpad WEBTOON Studios).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora