Viajé a España con la esperanza de encontrar el amor. Sabía que no sería rápido. Probablemente tendría que conocer distintas personas y tener experiencias nuevas. Sin embargo, nunca imaginé que pasaría los primeros días del intercambio encerrado en la habitación porque un diluvio azotaría Murcia.
Una tormenta conocida como DANA, o gota fría, trajo grandes lluvias que inundaron distintas partes de la ciudad y elevaron el caudal del río. Debido a eso, mi primer día de clases en la universidad fue postergado. Toda la ciudad estaba hecha un caos. Habían autopistas clausuradas, puentes derrumbados y negocios cerrados. Incluso las calles estaban completamente vacías.
Según lo que leí en Twitter, en algunas zonas se inundaron las viviendas y los carros quedaron enterrados en el barro. En varios pueblos se desbordó el río, lo que malogró las campos y las cosechas. Distintos centros comenzaron a recolectar víveres de primera necesidad y voluntarios para ayudar a sacar el lodo que se había metido en las viviendas.
Cuando por fin dejó de llover, aproveché para buscar un paraguas. No podía volver a mojar los pasillos de la universidad. Entré a una tienda por departamento muy conocida en España, pero cada uno costaba más de cuarenta euros. Comprar esa paraguas implicaba no comer una semana, por lo que tuve que disimular mi pobreza y salir de la tienda. Mientras regresaba a mi casa, decidí probar suerte en un chino. Ahí conseguí uno que se ajustaba a mis necesidades y posibilidades económicas, ya que costaba siete euros, era pequeño y se podía guardar en un estuche. Fue la mejor compra que pude hacer.
Una semana después de terminadas las lluvias, tuve mi primer día de universidad. Fue un inicio tranquilo, ya que solo tuve dos clases. En la primera, estuve con mi amigo Rafael. Él venía de la misma universidad que yo en Lima por lo que, aunque no éramos tan cercanos, ya nos conocíamos. Fue coincidencia que los dos tuviéramos el mismo destino para el intercambio, ya que mi universidad solo ofrecía dos vacantes para Murcia. Compartiendo la primera clase con él, no me sentía tan solo y perdido. Sin embargo, en el momento que el profesor dio por terminada la clase, guardó sus cosas en la mochila y se despidió diciendo que tenía que ir a la oficina de su casero. En cuestión de segundos, quedé solo en un salón lleno de europeos desconocidos.
Por otra parte, estaba Nina. Ella también era de Lima, pero venía de otra universidad. Como estudiaba psicología, no compartíamos ninguna asignatura juntos. Fue un alivio saber que tenía dos amigos peruanos en Murcia con los que podía contar. El hecho de estar de la misma ciudad nos unía, pero no lo suficiente como para contarles mi secreto... aunque no sabía si debía considerar el "ser gay" un secreto. A veces sentía que vivía una doble vida.
La segunda clase del día empezó con la llegada de la profesora. ¿Por qué no me sorprendía que hasta ella estuviera en la vejez? Era como si en Murcia las personas nacieran y automáticamente se volvieran adultas. Hasta ese momento me había cruzado con muy pocos jóvenes españoles. Eso complicaba la cacería. Podría encontrar el amor en un adulto, pero probablemente sería solo por su dinero, así que no lo contaría como amor verdadero.
Mientras la profesora se presentaba, analicé el salón. Lo que más me llamó la atención fue la doble pizarra. Pegada a la pared había una pizarra verde de tiza casi tan ancha como la pared. Encima de ella había una pizarra blanca para plumón. Era mucho más pequeña que la verde. Lo genial era que la blanca podía moverse de izquierda a derecha, a lo largo de la verde. Lo que no me pareció tan genial del salón fue el crucifijo ubicado en la parte superior de la esquina del aula. Podías sentir como si alguien te vigilara. No podía evitar preguntarme ¿me juzgará por quién soy?
Al terminar los primeros treinta minutos de clase, una chica me pidió permiso para pasar y sentarse a mi costado. El salón estaba lleno de alumnos, por lo que el único asiento vacío era el que dejó Rafael. La profesora continuó escribiendo en la pizarra, pero, gracias a la bulla de los alumnos españoles, no logré escuchar nada de lo que dijo. Podía ver como su boca se movía, mas no leer sus labios ni descifrar palabra alguna. El exceso de ruido me recordaba a cuarto de secundaria. Ese no era un bonito recuerdo. Solo de pensarlo, me sentía heterosexual de nuevo.
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Destino Amor
RomantizmEn una sociedad donde se critica el amor libre, Nicolás realiza un intercambio estudiantil en España con el objetivo de encontrar el amor y aprender a aceptarse. Ahí conoce a João, un chico proveniente de Brasil, que pone su mundo de cabeza. Nicolá...