Capítulo 15

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Nuestra conversación por WhatsApp terminó cuando le dije que sí quería ir al KFC. Después de eso, ninguno de los dos volvió a escribir. Como yo mandé el último mensaje, asumí que, luego de despedirnos en Plaza Circular, João sería el primero en escribir.

Aunque la "cita" en Murcia Games no salió como esperaba, fue mejor que estar en 100 Montaditos con José Andrés. Cada vez que salía con João, terminaba molesto; pero, cuando no lo veía, también me sentía molesto. En ese punto en mi vida de intercambio, solo sabía que quería estar con él.

La pregunta era ¿él quería estar conmigo?

La única manera de saberlo era hablándole. Pero, no quería hacerlo, tenía miedo. Por suerte, se me ocurrió una idea que podía mejorar la situación.

La primera vez que hablamos fue cuando me respondió un estado de WhatsApp. Desde ese día, varias de nuestras conversaciones iniciaron con ese patrón. Busqué en la galería de mi celular un buen meme, pero no encontré ninguno lo suficientemente interesante.

Entonces, pensé: ¿Qué podría impulsar a João a hablarme?

Con una nueva solución en mente, tomé mis llaves y salí corriendo en dirección al supermercado. Creo que el cajero ya estaba acostumbrado a verme comprar únicamente galletas. Aprovechaba esos momentos para gastar todo el sencillo que tenía guardado. Los españoles usaban demasiadas monedas. Tenían de: 1, 2, 5, 10, 20 y 50 céntimos. Y todas las usaban. Siempre que compraba galletas, las pagaba con una torre de monedas.

Decidido, entré de frente a la zona de dulces y busqué entre las distintas opciones. Como João amaba los chocolates, no podía evitar responder a una foto donde salía comprando dulces. Al final, llevé un paquete de galletas, unos chocolates de leche cuadrados con dibujos de barcos y, por último, un kínder bueno. Mientras estaba en la caja pagando los productos, aproveché de tomar la foto y publicarla. Conseguí un buen ángulo. Incluso salía la cara de la cajera. Aunque quizá debí cortar esa parte. No se veía muy alegre de tener que contar todo mi sencillo.

– Yo quiero – me escribió João casi al instante.

¡Sabía que mi plan no fallaría! Aunque luego me sentí mal. Parecía que lo estaba manipulando. Después de ese mensaje, la conversación transcurrió con normalidad. En ningún momento volvió a mencionar que extrañaba su casa, por lo que preferí no recordárselo.

– ¿Tu compraste disfraz de Joker? – preguntó João.

Como siempre, sus cambios de tema bruscos me confundieron.

– ¿Qué? – es todo lo que respondí.

– Tu te vay disfrazar de Joker y yo de Arlequina – explicó.

Creí que había olvido esa conversación. Me pareció tierno que todavía recuerde los disfraces de pareja. En ese momento me di cuenta de que no sabía dónde vendían disfraces en Murcia.

Entré al confiable internet en busca de respuestas y encontré que habían abierto un par de tiendas de disfraces. En mis paseos diarios, no solía pasar por ese barrio, ya que no me gustaba mucho. Era una zona universitaria, por lo que estaba lleno de imprentas, galerías y librerías. No había mucho que ver.

Aunque la idea de salir juntos en Halloween me emocionaba mucho, no podía dejar de pensar que, si me dejaba plantado después de haber comprado el disfraz, realmente quedaría como un payaso.

Después de analizarlo detenidamente, decidí no comprar ni buscar nada hasta tener planes más concretos. Preferí no ilusionarme. Especialmente porque Halloween era una fecha muy importante para mí y ya me sentía bastante deprimido por no poder pasarlo con mis amigos de Lima.

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