Al despertar, mi habitación estaba perfectamente iluminada. Las luces estuvieron prendidas durante toda la noche y olvidé cerrar las cortinas. Intenté revisar las notificaciones de mi celular, pero estaba apagado. Parecía que no tenía batería. Mientras esperaba que cargue, imaginé que, al prenderse, llegarían notificaciones de llamadas perdidas y mensajes sin leer de João.
La esperé se volvió muy larga. No podía evitar pensar: ¿y si no me escribió?
No sabía qué hacer. Sentí que si le explicaba cómo me sentía, podía pensar que era una persona muy intensa. Cuando mi batería llegó a 10%, la pantalla se prendió y comenzaron a sonar las notificaciones. Tuve miedo de leerlas.
– Estoy aquí – decía el único mensaje que João mandó.
Quise creer que el internet estaba fallando y por eso todavía no llegaban los demás mensajes. Sin embargo, todo funcionaba perfectamente. No tenía ni una llamada perdida. No pensó en escribir algo más. No hizo el mínimo esfuerzo por contactar conmigo.
Para estar seguro, comprobé a qué hora recibí el mensaje. Fue a media noche. Eso significaba que mi celular todavía no se había apagado cuando me escribió.
– Hola. Como no me hablaste, pensé que ya no ibas a ir o no sé... Me puse a ver una película, pero me quedé dormido – le respondí.
– Tu no me mereces. Me dejaste esperando ayer – dijo.
¿Estaba insinuando que era mi culpa?
– YO TE ESTUVE ESPERANDO. Me dijiste a las 11 y ni siquiera me hablaste – escribí molesto.
– Yo no estaba con mi teléfono. Estava jogando LOL – respondió.
Su ortografía me quemó los ojos, pero no tanto como su falta de interés. Su juego fue más importante que yo.
– Me ignoraste por LOL – dije molesto.
Era consciente de que mis mensajes no sonaban tan molestos como debían, pero, así hubiera sido más explícito, no le hubiera dado la suficiente importancia. Preferí actuar como si nada pasara.
– Perdón. Soy adicto – respondió.
Bueno, al menos lo admitió. ¿También fue honesto cuando escribió "perdón"?
Ya no sabía qué creer.
Si la vida fuera como en las película, João hubiera ido a buscarme y pedirme disculpas llevando un ramo de flores.
Sin embargo, llegué a la conclusión de que mi vida no era una historia de amor. Solo era un diario de mis desventuras en Murcia donde João figuraba como personaje secundario.
.
Al renunciar a las fiestas y discotecas, lo más interesante que hacía en la semana era ir a la universidad todos los días. Fuera de eso, solía salir a caminar, pero, recorrí tantas veces la ciudad, que ya conocía Murcia mejor que sus propios residentes. Resultaba relajante caminar sin rumbo mientras escuchaba música. Como la ciudad era pequeña, segura y tranquila, podía pasear sin preocuparme por dónde estaba o qué hora era.
Días después de la invitación fallida a Blizzard, João llegó temprano a la clase de Taller de Producción Publicitaria Impresa. Incluso logró sentarse delante mío, al costado de Isabella. En otro contexto, eso me hubiera emocionado mucho. Pero, en ese momento, ya no tenía ganas de hablarle en persona. No podía negar que me preocupaba lo que mis amigos pudieran pensar si nos veían conversando. Ellos no sabían que nos conocíamos ni que hablábamos.
Isa, como de costumbre, buscó conversación con su nuevo compañero de mesa. A Rafael no pareció importarle mucho la presencia de João. Luego de dos meses de clases, ya no era tan común que alguien se sentara en un espacio diferente al habitual.
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Destino Amor
RomanceEn una sociedad donde se critica el amor libre, Nicolás realiza un intercambio estudiantil en España con el objetivo de encontrar el amor y aprender a aceptarse. Ahí conoce a João, un chico proveniente de Brasil, que pone su mundo de cabeza. Nicolá...