Capítulo 16

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La noche era oscura. Los grillos cantaban y a lo lejos podía escuchar a un búho. No recordaba cómo llegué a ese lugar. Solo sabía que debía continuar caminando hasta encontrar la salida. Los minutos pasaban y cada vez había menos luz. Me abrí paso entre la maleza, pero el bosque no parecía terminar. Poco a poco, todo iba a quedando en silencio. Durante un instante, pude escuchar los latidos de mi corazón. Estaba asustado, pero no tenía miedo. No estaba seguro de cómo era eso. Caminé y caminé hasta ver, a lo lejos, un castillo. Sentí que el tiempo se detuvo. Había demasiada tranquilidad en el bosque. Nadie se movía. Nada sonaba. Solo se escuchaban mis pasos sobre las hojas secas en el suelo.

Al llegar a la puerta del castillo, levanté la vista tratando de encontrar el final de la torre. De cerca, se veía más alta. Parecía que continuaba por encima de las nubes.

João – grité de pronto.

No supe por qué hice eso. Miré hacia todos los lados, pero parecía que nadie me había visto ni escuchado.

– ¡João! – volví a gritar.

Puse mis manos sobre mi boca intentando evitar que salieran más sonidos. No sabía por qué lo estaba llamando.

De pronto, sentí el impulso de gritar su nombre otra vez.

Intenté con todas mis fuerzas mantenerme en silencio, pero no lo logré.

– ¡¡¡João!!! – grité desde lo profundo de mi corazón.

En eso, las puertas del castillo se abrieron. Dentro, todo estaba oscuro. Caminé sin ver por dónde estaba pisando. A pesar del miedo, una fuerza me atraía hacia el interior.

Cuando todo quedó completamente oscuro, sentí una extraña sensación recorrer mi cuerpo. Intenté seguir caminando, pero algo no me dejó.

Busqué la puerta por donde entré, pero ya no estaba. Todo a mi alrededor era negro. A lo lejos, se escuchaba el río. Si prestabas atención, podías escuchar la cascada. El sonido del agua corriendo recorría mi cuerpo.

– ¡Baño! – grité de pronto – necesito ir al baño –.

Intenté comunicarme, pero no logré formular las palabras correctas.

Quería correr hacia el baño, pero no podía. Algo me detenía.

Volví a intentar levantarme hasta que sentí un hincón en la mano.

– No te levantes – gritó alguien – ayúdenlo por favor. Quiere ir al baño –.

Estaba muy confundido.

De pronto, todo se iluminó. Más de lo que me hubiera gustado. Podía escuchar a las personas murmurar a mi alrededor. La luz me cegaba. No lograba verlos bien. Percibí muchos colores, pero sobre todo blanco y celeste.

Intenté pararme de nuevo, pero un hombre me detuvo. Apoyó sus manos sobre mis hombros, evitando que me levante.

– Quédate quieto – me regañó – yo te llevo –.

En eso, el piso se empezó a mover. Sin hacer ningún esfuerzo, me estaba desplazando en dirección a una puerta cerrada.

Poco a poco, logré visualizar mejor la situación. Estaba sentado en una silla de ruedas, o eso creí. Alguien me estaba ayudando. Quise seguir despertando, pero la cabeza me dolía demasiado y todo daba vueltas.

Los siguientes minutos fueron muy confusos. Alguien cerró la puerta del baño. Traté de orinar, pero la habitación continuaba girando.

Cuando volví a despertar, estaba de nuevo sobre la silla de ruedas. En ese momento logré entender que estaba en una sala de hospital rodeado por camillas. Todas estaban ocupadas. La mayoría de las personas estaban dormidas. Las pocas que se mantenían despiertas tenían la mirada perdida y confundida. Asumí que tampoco entendían lo qué estaba sucediendo. ¿Qué pasó con el castillo? El llamado del búho se mezcló con la sirena de una ambulancia acercándose.

Destino AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora