Capítulo 20

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"Me gustas".

Era lo que quería decirle a João, pero primero necesitaba salir con él.

Durante diez minutos estuve caminando por todo el departamento sin poder soltar mi celular. Cuando Violeta me vio, se acercó a preguntar si me encontraba bien. Le respondí que sí y regresé corriendo a mi cuarto. Me senté en la cama, respiré profundo, busqué valor y le escribí a João.

– ¿Quieres salir? – le pregunté.

– Vale – respondió e incluyó su ubicación en vivo – tu vay recogerme –.

Al leer su mensaje, sonreí. Típico João. Pero, como no esperaba que me respondiera tan rápido, entré en crisis. Todavía no había planeado con detenimiento la cita.

– Me baño y salgo – escribí.

Esa debía ser nuestra primera cita oficial. Primero me puse una camisa azul oscuro, pero luego me arrepentí. No debía ir tan formal. Probé con algo más casual como un polo blanco con mangas ¾ rojas. Estuve mirándome en el espejo durante un largo rato, hasta que me di cuenta de que parecía el vestuario de Troy Bolton.

Quise echarme desodorante, pero el envase estaba vacío. Aparentemente olvidé comprar uno nuevo.

Sin hacer ruido, abrí la puerta de mi habitación lentamente. Caminé en cuclillas hasta el cuarto de Adam y me apoyé sobre su puerta para intentar escuchar. Todo era silencio, como si no hubiera nadie. Por un instante, quise usar su desodorante, pero me dio miedo abrir la puerta y encontrarlo dentro durmiendo o con audífonos. Ya que no tenía planeado correr ni hacer nada que me hiciera transpirar, no debía por qué tener problema.

Una de las mejores cosas del departamento era que dentro de mi cuarto había un espejo de casi dos metros. Tenía el tamaño suficiente para poder verme de cuerpo entero. Me peiné y despeiné varias veces hasta encontrar el estilo indicado. Al final, terminé peinándome como siempre. Mi cabello estaba corto, así que no había mucho que pudiera hacer. Solo apliqué un poco de gel y levanté la parte delantera.

En la ubicación de João decía que estábamos a dos kilómetros de distancia. Según el mapa, caminando podía llegar en veintiocho minutos.

– En 20 minutos estoy ahí – le escribí.

Preferí apurarlo para que, cuando yo llegue, él ya esté listo y no me deje en la puerta de su edificio esperando hasta que termine de alistarse.

.

Mientras que yo no había logrado echarme desodorante, él estaba bañado en perfume. Como no era muy bueno para reconocer aromas, no tenía idea de qué tipo de olor llevaba, pero olía rico.

– ¿A dónde me vay llevar? – preguntó João.

Mi plan involucraba ir al cine. Era algo simbólico. La primera vez que salimos, fuimos ahí, por lo que era el lugar correcto para nuestra primera cita oficial.

– Tengo hambre. ¿Un KFC? – dijo malogrando todo mi plan, como siempre.

Traté de esbozar una sonrisa, pero se notó que era fingida.

– Está bien – respondí aceptando mi derrota.

João vivía por la comida. No podía negarle algo así. Además, también podía ser simbólico ir al KFC. Ahí tuvimos nuestra tercera cita, o algo así. Al igual que las dos anteriores, esa tampoco salió muy bien. Recapitulemos:

1. Primero me dijo para ir al cine, pero solo para pedirme que lo ayude con su tarea. Luego, en lugar de arreglar la situación, me llevó a una pizzería y comenzó a coquetear con el mozo.

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