Capítulo 7

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Para la clase de "Taller de Producción Publicitaria Impresa", debíamos preparar una presentación donde mostráramos nuestro avance final del trabajo parcial. El día de la exposición, el profesor fue llamando a las parejas según su ubicación en el salón. Comenzó con los que estaban sentados al frente de su escritorio. Como siempre, Rafael y yo estábamos en la penúltima fila, al otro extremo del salón. No creí que nos alcanzaría el tiempo para exponer.

Al cabo de un rato, el profesor se dio cuenta que, como todos los alumnos de intercambio estábamos sentados juntos, solo estaban exponiendo los estudiantes españoles.

– ¿Os parece bien si ahora expone uno de los Erasmus? – preguntó a la clase.

Solo los alumnos españoles respondieron que sí. Todos los Erasmus nos quedamos en silencio.

En desorden, señaló pareja por pareja, decidiendo quienes saldrían.

– Vosotros – dijo apuntándonos a Rafael y a mí.

¿Por qué habremos tenido tan mala suerte?

Durante todas las exposiciones, Rafael estuvo jugando Mario Kart en su celular y yo, buscando vuelos baratos a París. Otra de las ventajas de ser Erasmus era que teníamos descuento en algunas aerolíneas. Las pocas presentaciones a las que sí les presté atención no me parecieron sorprendentes. Creo que esperaba más o quizá nosotros fuimos demasiado detallistas.

Mientras el profesor buscaba el documento que le enviamos al aula virtual, nos acomodamos delante de la pizarra. No teníamos mucho que exponer, ya que solo debíamos enseñar el diseño. Para no acabar tan rápido, yo presenté el concepto y el objetivo de comunicación, mientras que Rafael explicó el estilo utilizado y la composición que buscábamos.

Antes de que el profesor nos dijera que ya podíamos regresar a nuestros asientos, se levantó de su escritorio y caminó hacia la pizarra donde estaba proyectando el avance.

– Esto es un boceto – dijo señalando nuestro trabajo.

Rafael y yo nos miramos sorprendidos. Todo el salón quedó en silencio. No entendíamos si su comentario era para resaltar nuestro proyecto o criticarlo.

– Varios de vuestros compañeros habéis presentado dibujos hechos a mano o en Power Point. No digo que eso esté mal, porque al fin y al cabo son bocetos, pero, si presentáis un trabajo con solo siluetas, donde ni siquiera habéis pintado el interior de la imagen, es un poco difícil que logre hacerme una idea clara de cómo será el resultado final, por lo que no os podría decir si el trabajo va a estar bien o no – reprochó a los alumnos que ya habían expuesto.

En ese momento, solo podía pensar en cómo probablemente todo el salón nos estaba mirando con odio. Por suerte, no fue así. Supongo que fueron conscientes de que algunos no se tomaron el trabajo en serio. Por más que solo debíamos mostrar un boceto, dado que el trabajo final se presentaba la semana siguiente, pudieron haber expuesto algo un poco más desarrollado.

– Rafael y Nicolás han presentado un trabajo casi terminado por lo que, con unas correcciones que ahora os diré, podríais cerrarlo hoy mismo y tener el fin de semana libre – dijo señalándonos – en cambio, otros grupos, tendréis que hacer todo el trabajo completo en pocos días, ya que no me podéis entregar un afiche publicitario dibujado a mano –.

Para las siguientes parejas, el profesor fue intercalando entre alumnos españoles y alumnos de intercambio. De esa manera, se podía apreciar mejor el contraste. Todos los Erasmus teníamos trabajos casi terminados. Asumo que se debía a que en nuestras universidades de Latinoamérica nos presionaban y exigían más.

Una de las cosas que más me sorprendió fue cuando me enteré que, si reprobabas un examen o práctica, podías volver a darlo. Eso definitivamente no existía en mi universidad en Perú. Ahí una vez que reprobabas un examen, no había vuelta atrás.

Destino AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora