Capítulo 8

79 21 1
                                    

Al despertar, lo primero que hice fue revisar mi celular. No lo podía creer, João me había respondido. Asumí que me dejaría en visto o la conversación terminaría luego de un par de mensajes, pero no fue así.

Junto a su respuesta, había un enlace web. Hice click y me mandó a la página de un Escape Room en Murcia. Leyendo sobre el establecimiento, descubrí que estaba ubicado a pocas cuadras de mi casa. No pude evitar preguntarme ¿para qué mandó eso? Quizá quería que lo ayude a realizar una reserva o algo similar.

– Es suuuuper cerca. ¿Has ido? – pregunté tratando de descifrar su intención oculta, suponiendo que hubiera alguna.

– Noooo, pero quiero mucho – respondió – ¿Vamos? –.

¿Me estaba invitando a salir?

Mientras pensaba en qué responderle, terminé de alistar mi mochila ya que tenía un viaje. Durante las primeras semanas que estuve en España, no tuve la oportunidad de visitar a mi tía. Llevaba varios días esperando hacerlo, ya que sería mi primera vez fuera de Murcia. Lo que no tenía previsto era estar más emocionado porque João me invitó a salir, que por el viaje.

No obstante, su mensaje me dejó muy confundido. Nunca habíamos hablado realmente, solo intercambiado un par de mensajes. ¿Por qué quería ir conmigo? Quizá no tenía más amigos. O quizá le gusté.

Solté una carcajada ante ese último pensamiento.

Camino a la estación de autobuses, recordé que todavía no le había contestado. Para llegar a la casa de mi tía, debía realizar un viaje en bus de aproximadamente una hora. A diferencia de la ciudad de Murcia, San Pedro del Pinatar, el pueblo donde vivía, estaba cerca a la playa. Por más que ya no hacía tanto calor tenía la esperanza de poder entrar al mar.

Entré a la conversación, me persigné y respondí.

– Sí – dije.

En menos de un minuto, contestó.

– Valeee jaja ¿cuándo? – preguntó.

No esperaba que conteste tan rápido.

Cuando por fin logramos coordinar un día, me preguntó si iríamos los dos solos o con alguien más. Aunque me desilusionó pensar que no quería estar a solas conmigo, estaba seguro de que el Escape Room era un juego en grupo y no en pareja.

– Jajaja como prefieras – respondí dejando la decisión en sus manos.

– Por mi cualquiera forma – dijo, logrando esquivar la situación.

Respondí con un emoji riéndose para tratar de cambiar el tema de conversación. Esperé unos minutos, pero João no leyó el mensaje. Supuse que ahí terminaría nuestra historia.

Encontrar el bus fue más difícil de lo que creí. No sabía dónde tenía que comprar el boleto. Cerca de la puerta habían unas máquinas. Me acerqué y apreté la pantalla táctil en busca de respuestas. Me salió una larga lista de destinos, pero en ningún lugar decía San Pedro del Pinatar. Intenté en la máquina del costado, pero no tuve mejor suerte.

En el centro de la estación estaba el módulo de atención al cliente. Me paré detrás de las personas y esperé a que avance la fila. Vi que varios se retiraban con un ticket en la mano. Asumí que ahí se compraban los boletos. Cuando llegó mi turno, pedí un pasaje para San Pedro. La señorita que atendía, muy amable, me explicó que el costo del viaje se lo tenía que pagar al conductor a la hora de subir al bus, ya que no me podían vender boletos por adelantado.

Ingresé a lo que parecía un gran estacionamiento, pero para autobuses. Estaba dividido en veinte bloques, uno para cada autobús. En unas pantallas mostraban el número de cada sección y el próximo destino. Conforme se acercaba la hora de salida, uno de los bloques comenzó a llenarse de personas. Supuse que ahí se estacionaría mi bus. Me paré al final de la fila y esperé a que todos terminaran de subir para preguntarle al conductor si ese era el bus correcto. Felizmente, sí era.

Destino AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora