Destino Amor

Capítulo 4

Después de mi aventura en el Monasterio, creí que nunca tendría que volver a recorrer sus pasillos. No contaba con que una de mis clases sería ahí. A todos los alumnos internacionales se nos otorgó un profesor tutor para que nos guie y nos explique todo lo que necesitábamos saber sobre la vida estudiantil en España. Él fue el encargado de indicarme cómo llegar al salón de "Periodismo y Cine". Creo que pudo haber sido un poco más específico, porque se limitó a enviarme un correo diciendo que el salón se encontraba en el segundo piso del Monasterio. Eso fue un poco amplio, considerando que ya había estado ahí y no había visto nada más que oficinas.

Por más que di varias vueltas, no conseguí encontrar el "LAB AUDIO". La verdad es que no encontré ningún salón de clase. Regresé al primer piso en busca de uno de los bedeles. Ellos eran los encargados de asistir a los alumnos y a los profesores. En teoría, ellos deberían saber dónde estaba ubicada cada aula. Lamentablemente, al que le pedí ayuda estaba más perdido que yo.

Mientras buscaba por el primer piso, vi a un grupo de chicos y chicas de mi edad. Parecían universitarios en dirección a su primera clase del día. Decidí caminar detrás de ellos, manteniendo cierta distancia, con la esperanza de encontrar el aula.

Por suerte, lo conseguí. No lo hubiera logrado sin ellos. Para llegar, debía cruzar una puerta que decía "Estudio de Televisión". Nunca se me hubiera ocurrido que mi salón quedaría por ahí. Luego, debía subir por una escalera de caracol que estaba oculta detrás de una pared. No sé quién fue el genio que diseñó esa entrada. Era casi imposible verla a primera vista. Por un momento me sentí dentro de Hogwarts. No había ninguna clase de señalización que indicara el camino al "LAB AUDIO". Esa sección del segundo piso estaba separada de los pasillos que daban a la Oficina Internacional. Era un ambiente completamente distinto, como si estuviera oculto.

El misterioso salón resultó ser bastante pequeño. Tenía dos filas de sillas y escritorios a cada lado del salón, cada una con cinco computadoras, una al costado de la otra. No había ninguna pizarra, solo un proyector con su ecran. Al fondo del salón había una puerta, pero no se lograba ver a dónde conducía. Realmente parecían pasajes secretos. El espacio se sentía bastante antiguo, como el interior de un castillo de cuento de hadas, aunque se conservaba en muy buen estado.

A pesar de haber espacio para diez alumnos, en la primera clase de "Periodismo y Cine" solo estuvimos presente cinco personas. La clase comenzó a las nueve de la mañana y terminó a las dos de la tarde. Por suerte, tuvimos un descanso de media hora a las once. Según el estilo de vida en España, las ocho de la mañana eran como las seis en Lima. En Murcia la clase más temprana era a las nueve, mientras que en mi universidad en Perú, mis clase empezaban a las siete. La ventaja de eso fue que yo estaba acostumbrado a despertarme temprano, mientras que el resto de mi compañeros se veían bastante cansados y con sueño.

Lo que más me sorprendió fue que todos los alumnos de esa clase ya se conocían porque, cuando el profesor anunció el descanso, todos se pararon y salieron juntos conversando y riendo. Claro, todos menos yo. Me recordó a los recreos del colegio. Solo faltó que sonara la campana.

Todos pasaron delante mío. Asumí que era normal. No tendrían por qué haber volteado a mirarme o hablarme. En su lugar, probablemente yo no lo hubiera hecho. No solía iniciar conversación con desconocidos. Lo bueno fue que esa era la única clase donde estaba solo sin Rafael e Isabella.

– ¿Sales? – me preguntó alguien mientras buscaba mi billetera dentro de la mochila.

Fue uno de los chicos de mi clase. Al inicio no estaba seguro si me estaba hablando a mí, pero como sus ojos no se apartaron, supuse que sí. Tenía una mirada muy fuerte, pero no del tipo de mirada de gusto o interés, sino de una manera más intensa, como si quisiera leerme la mente.