Haylee
—Haylee despierta— escuché una voz desde lejos —. Haylee— alguien sacudió de mi hombro.
Fruncí el ceño mientras abrí mis ojos un poco y vi a mi madre.
—¿Qué pasa? ¿Cuánto dormí?
—Son las 4 de la tarde Haylee— ella se cruzó de brazos —. La mamá de Daila, en paz descanse, me dijo que el entierro sería a las 5:30, que no la iban a velar— tragó grueso —. Tenemos que ir— murmuró.
Respiré y asentí.
—Me alistaré— me encogí de hombros mientras mi mamá asentía y se retiró por la puerta de mi habitación.
Cerré mis ojos por un momento y unas lágrimas salieron por el lado de mis ojos, era el entierro de mi amiga, de Daila, la que estuvo conmigo gran parte de mi vida, la que me apoyaba y me aconsejaba en momentos donde yo ya no podía, sus risas me daban mil años de vida, sí, era el entierro de esa amiga la cuál siempre quería tener en mi vida y ahora ya no la tengo, ya no esta, simplemente se fue y ya no volverá.
Me levanté dirigiéndome a la ducha, abrí la regadera y me quedé parada ahí por unos tres minutos dejando que el agua cayera por mi cuerpo mientras tenía mis ojos cerrados.
Haylee, bienvenida, acábala Haylee, eres como nosotros Haylee
Mierda mi cabeza, me duele, la agarré entre mis manos, mi espalda choco contra la pared de la ducha y me fui deslizando hasta abajo quedando sentada en el suelo, golpeé mi cabeza con mi mano, las voces se repetían una y otra vez, no paraban.
—Yaaaa— grité —. Basta— sacudí mi cabeza una y otra vez pero las voces no se iban, la cabeza me empezó a palpitar, abrí mis ojos pero no veía casi nada, todo estaba negro.
—Haylee, Haylee— golpes en la puerta me hicieron levantar la vista —. Haylee.
Reaccioné.
—Haylee, ¿qué pasa?, abre la puerta— mi madre ordenó.
—No mamá, ya estoy bien, solo me maree— respondí.
—¿Estás segura?— sonaba insegura —. Me preocupas mucho, cariño— murmuró.
—Si madre, tranquila, ya salgo— respiré profundo y me levanté del piso.
No sé que pasa conmigo y que tampoco sé que son esas voces, ¿debería ir al médico?, no creo, me llamarían loca por escuchar voces en mi cabeza, solo.....ya me pasará.
Después de unos 10 minutos salí de la ducha, cepillé mi cabello mojado y luego me vestí para la ocasión, un vestido negro que me llegaba por las rodillas, ajustado en el pecho y suelto en la parte de abajo, me puse tenis negras porque en el cementerio siempre habían mosquitos e ir con zapatillas como que no, la verdad no se veía tan mal, el cementerio quedaba como a unos 15 minutos de mi casa. Después de un par de minutos que duré alistándome y maquillándome un poco para que no se me notara los ojos hinchados y mis ojeras, agarré el celular que lo había dejado cargando, lo eché en un bolso de mano junto a unos audífonos.
—¿Estás lista cariño?— mi madre y su cara de tristeza aparecieron por mi puerta.
Asentí.
—Si no quieres ir, no tienes que hacerlo— acarició mi cabello húmedo.
—Si quiero mamá, se que es lo que ella querría— sonreí falsamente y baje la mirada.
—Bien, vámonos— ordenó.
Mi madre y yo salimos de mi casa, ella sabía manejar y tenía su propio auto así que nos fuimos en el. Después de unos 15 minutos llegamos al cementerio, vi el ataúd, el sacerdote estaba dando sus palabras, al entrar ahí sentí un frío terrible, sentí que ahora parte de mi felicidad y de mi corazón faltaban, y serían enterrados junto a ella.
La señora Yulieth lloraba, varia gente lloraba y yo también lo hice, Daila estaba despedazada lo que significa que ahí solo....solo hay partes de ella, Dios mío Daila tú no te merecías esto, me abracé a mi misma y solté el llanto, a los segundos sentí un aire frío por mi espalda, volví a ver con mis ojos rojos llenos de lágrimas y eran los gemelos Hall y sus padres, los señores Hall, Matt y Jayden venían con trajes formales negros con corbata blanca al igual que su padre y la señora Hall, venía con un vestido ajustado, se veía tan bien.
Matt y Jayden me regalaron una sonrisa la cual les ignoré y seguí viendo el ataúd.
—Descansa en paz Daila y que Dios te lleve en tu querida gloria, amén y amén— el sacerdote le echó agua bendita al ataúd.
Luego unos señores ayudantes del sacerdote alzaron el ataúd y lo pusieron en el hueco para enterrarlo.
Corrí y me arrodillé a la par del ataúd, llamando toda la atención de las personas presentes.
—Daila te extrañaré— mis manos estaban tocando su ataúd —. Siempre recordaré cada momento junto a ti, nuestras risas, nuestras aventuras, nuestras locuras siempre las llevaré aquí— mi mano toco mi pecho —. En mi corazón, y.....y Daila tú no te merecías esto— absolví por la nariz —. Tú no deberías estar en este ataúd, deberías estar junto a mi contándome tus metas como siempre lo hacías, seguiré viva por ti— me incliné y coloqué mi cara en el ataúd —. Viviré por ti Daila, seguiré luchando por ti y para que atrapen a esos desgraciados— hice una pausa entre llantos —. Nunca me dejes, nunca me olvides sea donde estés— miré al cielo —. Nunca lo hagas porque yo no lo haré, te amo Daila— agaché mi cabeza y lloré frente su ataúd como loca.
—Ven cariño— la señora Yulieth me levantó del suelo abrazándome entre llantos —. Tú eres la amiga que Daila siempre quería en su vida, ella jamás te olvidará— me beso la frente —. Gracias por ser una buena amiga con mi hija.
Asentí mientras lloraba.
Después de que terminaran de enterrarla, todos se acercaban a decirle a Yulieth cuanto lo sentían y unas cuantas personas también me lo dijeron.
—Hija iré a dejar a la señora Yulieth a su casa, ¿me acompañas?— mi madre preguntó.
—No madre, caminaré, necesito despejarme— saqué de mi bolso el celular y los audífonos.
—No creo que sea lo mejor, hay mucho peligro— admitió.
—Mamá son las 6:30pm no me va a pasar nada, tranquila— acaricié su hombro.
—Me llamas cualquier cosa— me ordenó.
Asentí, lo que no sabía era que solo tenía tarjeta de memoria y no de llamada.
Caminé hasta la salida del cementerio conectando los audífonos al celular pero alguien me agarró del brazo.
—Hey— Jayden me volvió hacia él y a su lado estaba Matt —. Lo sentimos, se que nuestro comportamiento ante esta situación no ha sido la mejor— entrelazó sus dedos —. Perdónanos.
—No pasa nada— mentira, claro que pasaba algo, esas palabras no tenían absolutamente nada de arrepentimiento eran puras mentiras.
—¿Te llevamos a casa?— preguntó Matt
Negué.
—Iré caminando con un poco de música, solo necesito despejarme— encendí mi celular.
Ambos se volvieron a ver de una forma tan....tan extraña, algo estaba pasando, ¿pero qué?, me jode que se comuniquen con la mirada y yo no poder entenderlas.
—Bueno— después de que Jayden dijo eso, ambos se alejaron sin decir nada más, sí que son raros.
Caminé un poco y luego de unos 5 minutos me puse los audífonos, pero lo que pasó apenas le di play a la música no me lo esperaba.
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3:33
Mistério / SuspenseNo pensé que mi vida cambiaría de esta forma, no pensé que tan solo esas voces me podían destruir, luché contra esto pero no lo pude controlar, ellos siempre estuvieron ahí, en mi cabeza, siempre fueron los 3:33. Advertencia: Este libro puede tener...