Capítulo 4

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Respiré profundo antes de tocar la puerta de los Hall, después de ponerme todo el armario me decidí por un vestido negro que me llegaba por las rodillas y se acoplaba muy bien a mi figura, también me puse unos botines negros que hacían buena combinación con mi vestido.

Volví a respirar profundo y toqué la puerta.

—Haylee— Aleeza sonrió —. Pasa, esta es tu casa.

—Gracias señora, permiso— caminé y ella cerró la puerta, miré a todos lados observando la casa.

Esta casa era de dos señores ancianos, ambos murieron y la casa le quedó al banco y ellos la pusieron en venta. Es una casa enorme más bien una mansión se podría decir, la mayoría de las casas de este pueblo son de dos pisos y  grandes, pero esta es exageradamente grande. Tenía varios cuadros por sus paredes, los cuales tenían dibujos un poco ¿raros?, no entendía muy bien su pintura, solamente daban escalofríos, habían varios pasadizos los cuales estaban muy oscuros, las lámparas eran muy lujosas nunca había visto unas iguales.

—Wow— susurré.

—No está nada mal para ser una casa antigua, ¿verdad?— la señora Hall me miró.

—Está.....hermosa— le sonreí.

En ese momento pasos se escucharon por las escaleras y volví a ver, y ahí estaban, los gemelos, uno traía un un conjunto con suéter negra y su pantalón negro, junto unas tenis negras, el otro traía una camiseta negra con un suéter azul marino junto unos pantalones un poco holgados también negros y tenis negras, como que les gusta el negro ¿no?, ambos traían su cabello despeinado para todo lado, mi mirada se dirigió a sus manos y traían esos anillos, que se veían tan bien y sus uñas negras hacían resaltar sus venas en sus brazos.

Haylee, Haylee, es hora, bienvenida Haylee, matar, bienvenida.

Cerré mis ojos con fuerza, me sostuve mi cabeza con mi mano mientras esperaba que todo dejara de darme vueltas.

—Haylee, ¿estás bien?— escuché a la señora Aleeza de lejos.

Bienvenida, hola Heylee, bienvenida

Levanté mi mirada hacia los gemelos y estaban ahí, al frente de mí con esa sonrisa tan profunda y oscura, con esa sonrisa tan siniestra, sacudí mi cabeza y cerré mis ojos y luego los abrí trayéndome a la realidad.

—¿Qué tienes?— uno de los gemelos tenía sus manos en mis hombros —. Nos estás preocupando— no lo voy a negar su cara tenía preocupación.

—Estoy bien, solo me maree un poco— suspiré y sonreí como si todo estuviera bien.

—No es la primera vez que te pasa Haylee— el otro gemelo habló —. ¿Qué es lo que sientes?

—No lo se, solo— hice una pausa, los miré y luego a su madre —. Solo escucho voces— me encogí de hombros.

—Voces, ¿qué tipo de voces?— preguntó Aleeza, con un tono un poco extraño.

—No lo sé, no las reconozco, pero seguro es normal ya se me pasará, tal vez sea anemia— miré a un gemelo y sabía que ese era Jayden su sonrisa y su mirada eran divertidas mientras tanto Matt lo observaba de forma amenazadora.

—¿Segura de que no las reconoces Haylee?— Jayden cruzó su mirada con la mía y sus labios formaban una pequeña sonrisa.

—Bueno, vamos a comer mejor— Matt interrumpió —. Te ves muy bien Haylee.

—Gracias— susurré mientras mi mirada seguía sobre Jayden.

—Sí Haylee, te ves bien— Jayden lamió sus labios y me miró de abajo hacía arriba.

3:33Donde viven las historias. Descúbrelo ahora