EPILOGO
Más de un año antes...
—Estoy aburrida.
—Sólo tienes que esperar un poco más.
—No entiendo por qué tenemos que hacer esto de nuevo.
—Porque... —Esther dejó de hablar, miró a su hija y sus palabras se desvanecieron en el aire. —, porque es necesario.
Isabell alzó la cabeza hacia su madre, quién sacó su teléfono de su bolsillo y fingió distraerse, aunque lo negara, ella sabía la verdadera razón por la que estaban en aquel hospital.
Su madre tenía esperanzas, creía que, por milagro, si le volvían a hacer la prueba a su hija, saldría negativo. Se había pasado meses enteros entrando a páginas de dudosa reputación, buscando como deshacerse del VIH.
Embutió a su hija de distintas comidas y licuados, con la esperanza de que aquel virus desapareciera de su cuerpo por arte de magia; y su vida volviera a la normalidad.
Isabell lo sabía, pero Esther lo negaba.
La puerta del consultorio se abrió, dejando ver a una mujer vestida con unos anteojos y una bata blanca, en la que decía: doctora Moreno; traía una libreta aferrada a sus manos, en donde estaba escrito el historial médico de la paciente, igual que las razones de su chequeo: prueba de VIH.
—Buenas tardes —saludó. —, Ahmm ¿Isabell Smith, verdad?
—Isa —corrigió la adolescente, no le gustaba que la trataran como si fuera una desconocida, no en esos casos; que la llamaran por su nombre completo le hacía ver la seriedad del asunto, algo de lo que prefería escapar. —, llámeme Isa.
La doctora Moreno levantó la cabeza de la libreta, examinó a la joven con los ojos, de arriba abajo; era simpática y le parecía el estereotipo hecho persona: rubia, ojos claros. Miro alrededor del cuarto, en busca de algún chico o chica que se presentara como la pareja, pero no había nadie más que la chica y su madre.
Supuso que el causante se había dado a la fuga.
—Bien, Izzie...
—Es Isa.
—Por eso, Izzie —Isabell chasqueo la lengua, pero no quiso seguir insistiendo, no estaba con ánimos de pelear con una mujer que no volvería a ver. —, veamos... ¿Prueba para el virus de la inmunodeficiencia humana?
—Supongo.
—Sí, eso es. —interfirió Esther, mordiéndose la lengua para no reclamarle a su hija su falta de comportamiento. —Ella le tiene fobia a las agujas, nos dijeron que harían algo antes de sacarle sangre.
—Oh, sí, un momento. —dijo la mujer, caminando hasta el pequeño escritorio que se encontraba al lado de la camilla.
Isabell sobo sus manos entre ellas, deshaciéndose del sudor que se empezaba a incrementar; era la primera vez que la sedarían, porque, en su primera prueba, le habían inyectado una aguja, demasiado grande, para su gusto a la fuerza. Lloró en todo momento, sentía que su brazo se le caería en cualquier momento.
En su cabeza, pensó que la mujer sacaría una especie de bozal, que la dejaría medio inconsciente; lo había visto en Grey's Anatomy, cuando los pacientes venían en camillas y los operaban de emergencia. Tal vez le hacían algo por el estilo.
Pero se equivocó.
Contempló horrorizada como sacaba una aguja y un pequeño frasquito, rápidamente se aferró al brazo de su madre, sintiendo su corazón latir más de lo normal en su pecho; ¿Qué clase de mala broma era esta? ¡Si había ido allí para no sufrir con las agujas!
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La lista de deseos de Izzie y Samu © ✓
Подростковая литератураPRIMERA Y SEGUNDA PARTE. «Izzie y Samu no querían ser perfectos, querían ser extraordinarios.» Izzie tiene un secreto, que podría arruinar la vida a la que está acostumbrada por completo: tiene VIH. Después de años intentando ocultarlo, el chico n...