14. Concéntrate

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Capítulo catorce: Concéntrate.

Sentí mis piernas ceder de inmediato, logré reaccionar rápidamente, salvándome de rasparme las rodillas, pero mis manos terminaron pasando la factura. Un quejido salió de mis labios y sentí mi piel arder.

Mierda, todo me salía mal.

—¡Muy bien, intentémoslo de nuevo! —gritó la profesora Carrasco, soplando por su silbato. —¡En diez minutos!

La culpa me invadió de inmediato al ver como todo el elenco se iba a tomar agua pesadamente, sabía que no lo hacían por estar cansados, sino porque había pasado media hora y no podíamos avanzar ni los primeros tres minutos de la coreografía.

Todo por mi culpa y que la torpeza se había puesto de mi lado esta mañana.

Tampoco era la primera vez, tuvimos que irnos temprano el miércoles pasado porque no me salía un paso y es por eso que hoy, viernes, un día antes de la presentación en el festival, la maestra Carrasco quiso hacernos practicar nuevamente.

Quería golpear algo, por alguna razón tenía mucha energía dentro como para golpear una pared por horas, pero no tenía la suficiente como para bailar bien.

Era frustrante.

Desde el carwash, toda mi semana no ha dejado de ir en picada. Primero, no entendí ni un pepino al profesor de inglés y me avergonzó frente a toda la clase; después, la maestra de educación física me hizo recoger todas las pelotas al final de la clase porque, según ella, estaba jugando.

No estaba jugando, simplemente no se me da bien el vóley, ¡No era mi culpa que la pelota se fuera para atrás en lugar de ir a la derecha!

Abrí mis piernas y dejé caer mi cuerpo para adelante, estirándome y soltando un suspiro.

Necesitaba un respiro de todo esto, los únicos descansos que tuve en toda esta semana fueron gracias al perezoso de Samu, me ayudó a olvidarme de las miradas en mis espaldas y se sentó conmigo en las clases que compartía con Kathleen, porque, al parecer, ella había decidido tomar distancia.

Respetaba su decisión, pero eso no evitaba que me sintiera sumamente sola.

—¿Estás bien?

Di un respingo y volví a sentarme, por un momento pensé que era él, pero sólo era Carla.

—Sí, sólo un poco cansada. —respondí intentando no sonar grosera, ya que ni siquiera tenía ánimos para sonreír.

—Josh me invitó a salir.

Nos quedamos en silencio por un rato, pero luego empezó a contarme con lujo de detalles lo que pasaba, que se habían ido juntos a casa después de una práctica y que se le había declarado.

Josh era uno de los bailarines, era lindo, no era mi tipo, pero sí el de Carla.

—¿Eso es todo lo que querías decirme o...?

No quería ser grosera, pero en realidad no era experta en este tipo de conversaciones.

—Desearía que me dieras un consejo —dijo rápidamente, acomodándose a mi lado. —, ya sabes, tuviste novios lindos.

Hablaba de James, claro. Pero ese no era el problema.

El problema, era que yo no sabía cómo actuar en ese tipo de cosas.

Con Erick, mi primer novio, me lo preguntó por llamada y le colgué porque me puse nerviosa.

Después, con James, me lo pidió mientras caminábamos en el receso y yo me fui corriendo, literalmente, le respondí a dos metros de distancia mientras me iba a chillar como tonta enamorada con Kathleen.

La lista de deseos de Izzie y Samu © ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora