33. No me caes bien

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Capítulo treinta y tres: No me caes bien.

SAMUEL CLARKE.

Siento mi boca abriéndose lentamente por la sorpresa al ver los posters pegados alrededor de la habitación donde pasaré mis próximos seis meses, no parece el mismo cuarto que me mostraron el día anterior.

Todo está increíblemente ordenado y limpio, me fijo en los pequeños detalles, como la lámpara al lado de la camilla y el horario en blanco que está pegado en la pared; puedo estar seguro de que, apenas me den mi tratamiento, Izzie será una de las primeras en avisarme cuando me tocara cada uno.

—¿Te gusta? —volteo sobre mis talones para verla, tiene una sonrisa, está emocionada; eso hace que la culpa en mi pecho aumente.

—Me encanta. —digo pasando mi brazo por sus hombros para acariciar su brazo cariñosamente.

Sinceramente, hubiera preferido que no hiciera esto. Sé que sus intenciones son buenas, pero no me gusta mirar el hospital como un lugar donde sentirme cómodo, después de todo, si fuera por mí, me iría ahora mismo.

Ahora el cuarto es más parecido a una habitación normal que un lugar que aborrecer.

Pero no le diré eso, no tengo el corazón para hacerlo.

Parte de la culpa la tengo yo, debí decirle que no me gusta combinar mi vida diaria con la del hospital, pero no quería que se alejara como lo hicieron mis antiguos amigos, en su momento.

Tampoco podía pedirle que se olvidara de mi existencia por seis meses y cuando vuelva me trate de la misma manera, no sería justo para ella.

Respire profundo antes de dejar un beso sobre su cabeza, ¿Cómo lograba oler a caramelo?

Olfateé un poco el aroma de la habitación, también olía a caramelo, tenía la esencia de Izzie en todo el cuarto. Sonreí, bueno, eso no era tan malo, podía acostumbrarme.

Alguien me está mirando, miré de reojo a mi costado, nada. ¿Un fantasma? ¡Los fantasmas no existen, Samuel!

Fruncí el ceño confundido al sentir al minion alejarse de mi lado.

—¡Leo! ¡Aquí!

Volví a voltear sobre mis talones, mis ojos se abrieron por la sorpresa al ver a un chico parado en el umbral de la puerta.

¿Qué hace aquí? ¿Quién es?

Ella no parecía tan confundida, a penas lo vio se tiró sobre sus brazos. El chico estaba aniquilándome con la mirada, sentí como si me estuviera absorbiendo el alma.

¿Quieres pelear, huh? Déjame le llamo a Tim.

—Samu, él es Leo. —dijo Izzie sonriente, aguante una carcajada, ¿Quién sería tan cruel para ponerle Leo a su hijo?. —Mi hermano.

Oh.

Sonreí en mis adentros. Genial, ya estaba nervioso.

Me acerqué lentamente hacia él, con intención de saludarlo; él apretó mi mano entre la suya y luché para mantener el agarre, me estaba destrozando la mano con una sonrisa forzada en el rostro.

—Un gusto. —murmuro soltando por fin mi dolida mano. —Entonces... te llamas Leo ¿no? —él asiente. No lo digas. No lo digas. —¿Y tu signo es Leo?

Lo dije.

Cavé mi tumba yo solito.

Intenté sonreír pero creo que me salió más como una mueca, miré de reojo a Izzie, buscando sus ojos para que pudiera notar que estaba incomodo, pero ella lo veía a él.

La lista de deseos de Izzie y Samu © ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora