XXVIII. EL ORIGEN

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CAPÍTULO VEINTIOCHO
ACTO CUATRO: ANOCHECER

CAPÍTULO VEINTIOCHO ACTO CUATRO: ANOCHECER

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ANTES.

El sonido de un silbato atrae a Ali hacia su ventana.

A lo lejos puede ver la gran figura del entrenador de básquetbol, vigilando a dos muchachos que se mueven por la pequeña cancha: uno alto, de pelo castaño oscuro, y otro más pequeño, de rizos dorados, que da la espalda a Ali. La pelota que utilizan es mediana, apta para la práctica, pero su visión sigue poniendo nerviosa a Ali. Tal vez esté siendo sobreprotectora, pero no puede evitar la sensación de que su hijo es demasiado joven y que debería ir con calma.

Pero James había insistido —y el entrenador lo había respaldado— en que estaba preparado para ella, y al verlo practicar, ella admite que tenía razón; el chico con el que está jugando es mayor y ya es parte de un equipo, y sin embargo está siendo superado por su hijo.

Algún día será un gran deportista. Normalmente ese pensamiento hace que su pecho se hinche de orgullo. En cambio, ahora mismo, la entristece y no puede entender por qué. ¿Será porque siente que se aleja de los brazos de su madre y se adentra en un mundo de pelotas, de chicas, de sangre y sudor, un mundo en el que su madre no tiene cabida?

Es un pensamiento sombrío, de esos que últimamente se le cruzan por la cabeza con más frecuencia.

Aun así, el aburrimiento de su encierro no le pesa tanto como la soledad. Si tan solo su esposo estuviera a su lado. Pero Gregory está lejos en Nevada, salvando vidas.

Al menos tiene a su hija. Su Lara viene a verla todos los días y Ali intenta enseñarle el oficio de ser una buena muchacha. Antes era más fácil, cuando podía enseñarle con el ejemplo: iba a sus obligaciones con su hija detrás, siguiendo a su madre en un mundo de vestidos y adornos, bailes y reuniones de salón, cortesías y buenos modales, y también sangre y sudor, pero de otro tipo.

Colocaba una pequeña silla junto a su asiento para que Lara pudiera acompañarla mientras escuchaba a sus pacientes que acudían a su consultorio. Anunciaba sus veredictos y explicaba el razonamiento que había detrás de ellos a la niña, que no tardaba en entenderlos. El recuerdo de su hija sentada a su lado —con la espalda recta y la barbilla levantada, intentando parecer imponente a sus ocho años— hace sonreír a Ali. Algún día será una buena chica.

✧✦✧

Unos golpecitos en la puerta la despiertan. No sabe cuánto tiempo ha dormido, pero una rápida mirada a la ventana le revela que está empezando a anochecer. Deja entrar a quien llama, y se sorprende un poco al ver a la niñera.

El primer pensamiento de Ali es que James debe de haber sufrido un pequeño accidente en la práctica. El rostro de la niñera está ceniciento y, de alguna manera, parece azorado. Pero la chica que la acompaña no es Lara. Más bien, es una chica escuálida que lleva un atuendo que denota su estatus. Lanza miradas nerviosas a todos los lugares de la habitación, excepto a la cara de Ali.

𝓐𝐿𝐼 ▹ ROBBY KEENE Donde viven las historias. Descúbrelo ahora