XXXI. SIN PIEDAD

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CAPÍTULO TREINTA Y UNO
ACTO CUATRO: ANOCHECER

Amanda y Daniel habían insistido en que Lara se quedara en la casa, descansando tanto de la escuela como de lo sucedido, todo el tiempo restante del día

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Amanda y Daniel habían insistido en que Lara se quedara en la casa, descansando tanto de la escuela como de lo sucedido, todo el tiempo restante del día. Era alrededor de la una de la tarde y los LaRusso estaban fuera de casa mientras que Anthony se encontraba en la escuela, dejando a la joven de diecisiete años sin mucho que hacer. Acababa de cambiarse el pijama por unos pantalones cortos de surfista y se estaba poniendo una camiseta de tirantes por encima de la cabeza cuando oyó el timbre de la puerta.

Preguntándose quién tendría que estar allí, se dirigió a la puerta principal, el suelo de madera apenas crujía bajo sus pies descalzos. Abrió la puerta pintada de blanco y encontró nada menos que a Lex Luthor de pie, con las manos en los bolsillos mientras miraba a un lado. El repentino movimiento de la puerta al abrirse le hizo dar un pequeño salto, haciéndola sonreír.

—Bueno, esto es una sorpresa —dijo Lara, cruzando los brazos mientras empujaba la puerta mosquitera con el pie.

Lex le mostró una sonrisa de premio. —Hola, Lara. La señora LaRusso dijo que estarías aquí.

—Aquí estoy —respondió ella secamente.

—¿Cómo estás? —preguntó él, señalando con la cabeza su cuerpo.

—No es lo peor que he tenido. Estoy segura de que sobreviviré.

—Bien. Sé que nuestra primera presentación no fue exactamente... planeada... pero quería venir a darte las gracias. Realmente no pude decir mucho antes de que la señora LaRusso te llevara al hospital.

Lara levantó una ceja y señaló con la cabeza el Camaro negro que estaba aparcado en la entrada.

—¿Cumpliste tu promesa a Amanda? —preguntó.

Su sonrisa creció.

—En realidad, sí. Lo he hecho. —Alcanzó una caja grande que había apoyado contra el revestimiento en caso de que ella no hubiera respondido a la puerta. —Esto es para ti —explicó. —Llamé a mi mejor amigo y al parecer es tu hermano. Me dijo que necesitabas ayuda con el tema del karate. Supuse que ya que yo sé karate y me salvaste la vida, esto era lo menos que podía hacer.

Lara se quedó mirando la caja que le tendía, sin saber si debía cogerla o no.

—Luthor, si crees que puedes comprar mi amistad o lo que sea, piénsalo de nuevo —dijo ella, mirando la caja con recelo.

—No, no es nada de eso, te lo prometo —le aseguró él. Una pequeña sonrisa se dibujó en sus labios cuando ella cogió la caja con cautela. —Sólo quería darte las gracias. —Al coger el objeto de él, sus dedos rozaron los suyos y la miró. —Tú y tu hermano son... increíbles —agregó.

𝓐𝐿𝐼 ▹ ROBBY KEENE Donde viven las historias. Descúbrelo ahora