III. SENSEI

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CAPÍTULO TRES
ACTO UNO: AMANECER

Robby besó a Lara en el cuello antes de que la muchacha lo apartara

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Robby besó a Lara en el cuello antes de que la muchacha lo apartara. El rubio la miró extrañado.

—¿Pasa algo? Estás rara últimamente —Robby preguntó preocupado. La castaña negó y sonrió ligeramente.

—Yo no estoy rara, tú eres el que está raro. Solo piensas en sexo, incluso ahora, en la mañana—Lara replicó.

Robby negó con la cabeza y se incorporó, poniéndose derecho y mirando a la de ojos miel directamente. Puso su mano en la mejilla rosada de Lara y se inclinó para darle un beso.

—Si no quieres, no haré nada. De todas formas en unos minutos tienes que salir a tomar el autobús escolar.

Lara se inclinó hacia él esta vez y se sentó, rodeando la cintura del chico con sus piernas. Él parecía confundido.

—Quiero preguntarte algo.

—¿Es... necesario?—carraspeó nerviosamente —. ¿Qué estes así... sentada?

—¿No te gusta? —la chica hizo un puchero.

—Lara... no puedes decirme que no quieres nada y hacerme esto.

—Es para que te relajes.

—¡Créeme que estoy de todo menos relajado!

Lara sonrió de lado.

—Así mejor.

Él echó la mirada hacia arriba y apretó los labios. Se estaba poniendo caliente y no era a lo tonto.

—¿Por qué te pusiste tan celoso ayer? —la chica cuestionó—. Y no me digas que no fue así.

—Yo... ¡Ah! ... No pude evitarlo —el rubio miró a la de ojos miel y Lara frunció el ceño.

La chica fue desenroscando sus piernas poco a poco mientras él negaba con la cabeza. Robby tomó los muslos de Lara y la obligó a adoptar la posición que tenía antes para luego sacar un condón de un bolsillo.

Lara pasó de tener las manos apoyadas en la cama a desabrochar el pantalón del rubio. Robby jadeaba. La chica sonrió, bajó la prenda interior del chico antes de levantar su falda y bajarse las pantaletas. Lara se sentó encima del de ojos verdes con cuidado, después de colocarle el preservativo.

—¿Qué decías? —preguntó la chica, moviéndose hacia delante.

—Dios mío...

Lara repitió el movimiento —. Estaba celoso.

—¿Por qué?

La chica se movió de nuevo.

—Porque te quiero para mi—consiguió decir el rubio tras unos segundos intentando no gemir.

𝓐𝐿𝐼 ▹ ROBBY KEENE Donde viven las historias. Descúbrelo ahora