XVIII. TACTO

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CAPÍTULO DIECIOCHO
ACTO DOS: ATARDECER

Salir por fin del hospital fue un gran alivio para Lara Mills; odiaba estar en ese lugar con olor a talco y pureza

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Salir por fin del hospital fue un gran alivio para Lara Mills; odiaba estar en ese lugar con olor a talco y pureza. Solo había malos recuerdos ligados a la palabra "hospital". Lastimosamente no pudo asistir a la clase de karate y eso solo hizo que su estado de ánimo cayera aún más. Cuánto extrañaba cuando las cosas eran simples en su vida.

Un suspiro salió de su boca al mismo tiempo que encendía el motor del carro para dirigirse a su casa, ya con un disfraz puesto para ir con Robby al dichoso evento. Las cosas de repente se habían complicado de una forma espectacular y ridícula. En algún momento tendría que decirle la verdad al chico de cabellos rubios pero aún no estaba lista. El miedo y la incertidumbre devoraban su mente y corazón. ¿Qué se supone que haría? Podía abortar con facilidad, pero desde hacía mucho tiempo se había prometido a sí misma que ella sería una mejor madre que Ali. Sin importar las consecuencias.

Ali Mills, la causante de muchos de los problemas que aquejaban a chica; ¿cuántas situaciones se pudieron haber evitado si tan solo la rubia mayor se hubiera hecho cargo de la niña que solía ser Lara? Por un momento, la chica pensó seriamente si debería llamarle a su madre, pero casi al instante desechó la idea. Ali nunca fue de mucha ayuda y nada había cambiado en los años que estuvieron separadas. Con otro suspiro, Lara estacionó el coche afuera de su casa e inhaló aire varias veces por la nariz, necesitaría todo el autocontrol del mundo para enfrentar a Robby, el cual salió por la puerta principal en cuánto vio el coche estacionado.

—Hola.

—Hola, Robby —Lara le sonrió tensamente al rubio, el cual ya se encontraba peinado y vestido con un traje de Star Wars, que simulaba a Anakin Skywalker—. Veo que ya te arreglaste.

Robby sonrió con diversión al ver de qué estaba disfrazada la rubia y aprovechó para hacer una pequeña broma: —¿Eres un ángel?

Y así cómo lucía la chica, podría hacerse pasar por un ángel verdadero. Lara portaba un traje blanco que llegaba hasta sus rodillas y su cabello estaba arreglado en dos rollos de cabellos rubio a cada lado de su cabeza. Se veía hermosa. Robby se atrevería a decir que se lucía... divina.

Lara se rió, pero al ver que el chico esperaba que le siguiera la corriente decidió darle el gusto. —¿Qué?

Un ángel —Robby le guiñó un ojo, continuando con el diálogo, y por un momento, las preocupaciones de Lara desaparecieron —. Escuché a los pilotos del espacio hablar de ellos. Viven en las lunas de Iego, creo. Son las criaturas más hermosas del universo.

—No puedo creer que te hayas aprendido todo eso —Lara rodó los ojos con una sonrisita en cuanto el chico terminó con el diálogo.

𝓐𝐿𝐼 ▹ ROBBY KEENE Donde viven las historias. Descúbrelo ahora