Domenika
Escucho a lo lejos el sonido de mi teléfono y me pongo la almohada en la cara.
Sea quien sea, no estoy.
El condenado aparato sigue atormentando.
No me quiero levantar, estoy a gustito acá.
Hago que no escucho pero el aparato no deja de sonar logrando exasperarme, cuando voy a contestar se corta de nuevo la llamada pero inmediatamente vuelve a sonar y contesto.
-Hola abu, ¿Cómo estás? -respondo alegre de dientes hacía afuera.
Cuando se trata de llamar, mi abuelo puede ser muy pero muy insistente.
-Hola princesa, estoy muy extrañado de que respondieras tan temprano -dice tan tranquilo como si no hubiera llamado un montón de veces.
Respiro profundo. Acuérdate que es tu abuelito, me digo.
-¿Cómo estás? -pregunta.
-Estoy un poco dormida pero gracias a tu montón de llamadas ya me estoy despertando. -se ríe porque sabe que lo hizo a propósito. -Ese era tu objetivo, ¿No? Despertarme.
-Bueno tu madre me pidió que te llamara para saber a qué hora vienen a casa, está emocionada porque nos reuniremos todos.
-¡Abuelo por Dios son las seis de la mañana! Pudiste escribirme para preguntarme eso.
Me siento en la cama de mala gana.
-¡Nie, nie, nie! A mí no me hablas así señorita, te voy a lavar la boca con jabón.
(Nie: No)
-¡Pero si no dije groserías! -digo en mi defensa.
-¡Eee! Pero le estás hablando mal a tu abuelo favorito.
-¿Y cuando te di ese título que no me acuerdo? -pregunto divertida.- No dejas que te achuche porque dices que te desgasto, un buen abuelo no hace eso.
Ya no tenía sueño porque la charla con el abuelo me había despertado por completo.
-¡No me contradigas Domenika! Ahora levántate para que vayamos a desayunar, llevo meses aquí y no hemos ido a comer los croissants que tanto nos gustan.
Tenía razón, siempre que venía nos íbamos a desayunar los dos solos y en esta ocasión no me había acordado de hacerlo. Me sentí mal por olvidarme de nuestros desayunos.
-Pero abue..
No me dejo terminar.
-Sin chistar jovencita, aprovecha que me voy a poner bonito para salir con mi nieta favorita.
-Soy la única nieta que tienes.
-Claro que no, ahora tengo a mi pequeña Anne que se está portando mejor que tú.
-Está bien, ya me voy a alistar señor chantaje -lo escuche reír- y quiero mi latte de vainilla.
Eso último lo dije rápido y colgué antes de que empezara a pelear conmigo.
Según Stanislav Wozniak lo que se toma en el desayuno es un buen café negro y lo demás son tonterías.
Me quedé un poco más en la cama pensando en la reunión de hoy, desde que nació Anne mi hermano y mi mamá querían reunirnos a todos para pasar el día juntos.
Sentí que tocaban el hombro y me llamaban varias veces, cuando abrí los ojos vi a Alex sentado en mi cama. Hundí la cara en la almohada con ganas de matarme.
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Infieles
RomanceDe nuevo la decepción, eso siento al ver la imagen frente a mi porque no es la primera vez. Ahora ya no hay vuelta atrás, sólo quiero pagarle con la misma moneda, que se sienta como yo me he sentido y me siento en este instante. Me vale mierda que d...