Capítulo 42

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Alexander

Salgo del local y me apresuro a buscar mi auto con la rabia tomando todo mi cuerpo después de verla con él, entro y golpeo el volante para descargar la rabia con algo y así no volver adentro para traerla conmigo.

Controlate Alexander, no está haciendo nada malo.

Es una mujer libre.

Si tan solo pudiera entenderlo no me estaría carcomiendo la rabia en este momento. Trato de calmarme al ver a Amber y Beth salir del local, cuando llegan al auto Beth entra en la parte de atrás y Amber de copiloto. 

-La comida estaba deliciosa, muchas gracias por invitarnos. -agradece Amber.

Asiento y me sumerjo en el tráfico sin decir una palabra durante todo el camino mientras que ellas vienen como cotorras hablando no sé qué cosa. Al llegar al estacionamiento espero que se bajen, cuando ven que no lo hago se acercan al auto y bajo la ventanilla.

-Beth cancela todo lo que tenga hoy por favor. -le pido serio- Mañana llegaré más temprano y adelantaré lo que quedó pendiente de esta tarde.

-No hagas una locura. -me advierte con la mirada.

-Despreocupate que no haré nada malo, sólo necesito estar solo para procesar lo que acabo de ver y entender que es normal. -le digo para que no se preocupe.

Asiento y ambas me despiden con la mano, arranco el auto conduciendo hasta mi casa, cuando llego me quito la corbata y la lanzo en el sofá junto con el saco que ya me había quitado. Me acuesto en el sofá mirando al techo y traigo a mi mente el momento en el que se reía, a pesar de la rabia por verla con él no pude evitar notar lo hermosa que se veía.

Siempre ha sido hermosa, aún recuerdo lo embobado que quede cuando la ví en el carnaval.

Respiro profundo asimilando que la imagen que tengo grabada de ellos en el restaurante es algo normal pero me duele que sea así. 

-Es una mujer libre Alexander, no está mal que salga con otro hombre. -me digo- Tú también eres soltero, pero aún no entiendes que cada uno ya puede rehacer su vida.

Me quedo un rato acostado en el sofá mientras veo nuestras fotos y me torturo observando lo que yo mismo dañé, rato después me levanto y voy a mi habitación a cambiarme porque voy a ir al gimnasio.

Necesito sacarme está rabia que tengo de alguna manera.

Cuando voy saliendo siento mi teléfono vibrar en el bolsillo de mis pantalones, lo saco y veo el nombre de Dan.

-¿Qué pasa?. -pregunto sin saludar.

-No estás en la oficina. ¿Por qué te fuiste? Vine a conversar contigo algunos asuntos y Beth me dijo que te habías ido. ¿Estás bien?.

-Lo estoy, debo dejarte voy a salir, nos vemos mañana. -corto sin darle tiempo de hablar. 

Salgo del apartamento y me encamino al gimnasio que queda a unas cuadras del edificio, llegó y pago por el día de hoy, me voy a los vestidores para cambiarme y ya con mi ropa deportiva voy al sitio donde está el saco de boxeo. No soy un hombre violento por lo tanto este deporte no es algo que me guste pero en este momento lo veo como la vía perfecta para descargarme.

El instructor me explica cómo debo ponerme las vendas a la vez que me ayuda a colocarlas y luego los guantes también la manera como debo pararme la forma de golpear y todo lo básico para ya por fin empezar a golpear como quiero.

Uno, dos, tres. Lo veo a su lado

Cuatro, cinco, seis. Hablándole al oído.

Siete, ocho, nueve. Besando su mano.

InfielesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora