Al despertar fue imposible ignorar las punzadas que se pronunciaban en mis sienes, era tanto el dolor que quizás esa fue la razón por la que desperté de manera tan repentina. Al girar la mirada una mujer de cabello oscuro estaba dormida a mi lado, su pecho estaba descubierto y desnudo, y a pesar que dormía plácidamente no dudé en despertarla.
—Buenos días. — Balbuceó adormitada. Acomodó su cabello e intentó cubrirse con la sábana blanca.
—¿Quién eres tú?
—Mmmm... — Dudó en responder. — Soy Roma. De la Universidad. ¿Recuerdas? — Preguntó, esta vez mucho más despierta, quizás mi pregunta le sorprendió. Tenía un leve recuerdo de haber visto aquella sonrisa seductora, pero no era un recuerdo muy concreto.
Me levanté de la cama y tuve un mareo tan intenso que me quedé estático para evitar caerme.
—Ayer bebimos mucho. — Dijo sonriendo.Me acerqué al pequeño bar que tenía en mi habitación para tomar un vaso con agua.
Roma se levantó de la cama, y su cuerpo estaba enrollado tan solo por la inmaculada y fina manta blanca. Ubicó sus brazos alrededor de mi torso, y me abrazó con fuerza, mi cuerpo desnudo se tensó y como resultado reaccioné bruscamente ante aquel movimiento.
Ella me aprisionó con más fuerza y la poca paciencia que tenía se estaba acabando.
—Suéltame. —Susurré.
—¿Quieres repetir lo que sucedió en la madrugada? — Musitó seductoramente. — A mí me encantaría. — Se puso de puntillas para poder alcanzar la comisura de mis labios y darme un leve beso.
Nuevamente aquella punzada en las sienes interrumpió mis pensamientos.
—Quizás podamos repetirlo, pero esta vez en la ducha. ¿Qué dices? — Susurró soltando por completo la manta, y dejando su cuerpo desnudo.
—Largo.
—¿Qué? — Sus grandes ojos oscuros me miraban con indignación.
—Vete— Exhalé. — Necesito estar solo... — Respondí, mientras estaba absorto en buscar indumentaria.
—Hace unas horas no me dijiste lo mismo...
—¡VETE! —Repetí molesto. Me controlé para no gritar.
—Todo lo que dicen de ti es cierto, eres un idiota. — Dijo furibunda.
Agarró las varias prendas que estaban esparcidos en el piso y salió de la habitación sin mirar atrás dejando un estruendo en el ambiente al tirar la puerta.
Tomé una de las pastillas para la jaqueca, y me dirigí hasta el baño, al verme en el espejo me sorprendió ver que tenía el labio morado y un hematoma que se revelaba por debajo de mi ojo.
Sentí un leve dolor en mis manos, y al ver mis nudillos estaban rojos e inflamados.
Lavé mi cara, el agua estaba fría y me resultó efectivo para aliviar el dolor, pero un poco de agua fría no podría aliviar el dolor que en este mismo momento sentía por dentro.
No pude evitar sentir aquel nudo en el estómago cuando de manera esporádica pasó por mi mente todos los acontecimientos de anoche.
Traté de mantenerme en pie, traté de mantenerme fuerte pero sentía dolor en cada articulación, en cada insignificante movimiento...
Salí rápidamente de mi habitación. La casa estaba en silencio.
Fui hasta el cuarto de huéspedes y al verlo también vacío sentí una punzada ya no en mi cabeza, si no en mi corazón.
¿Qué he hecho?
¿La alejé de mí?
¿Ella se fue?
¿O talvez nunca estuvo aquí realmente?Recuerdo a Lucy salir de mi habitación, a Nate tratando de alejarme de Erick cuando lo busqué nuevamente para golpearlo, recuerdo su cara ensangrentada y que por primera vez presenciamos su agresividad al querer también devolverme el golpe, recuerdo a Michael intentando detenerme, o tratando de hacerme entrar en razón, recuerdo a Nate echando a todos de mi casa, y a Roma acercándose a mí.
Estoy solo nuevamente, o quizás siempre lo estuve y lo único que me acompañaba era los efectos de una maldita pastilla.
Aquel olor de vainilla se ha ido, aquella risa contagiosa ya no retumbará por los pasillos, aquellos ojos ya no me verán con paciencia, aquellos consejos, aquellos regaños, aquella única razón que tenía para seguir adelante...
Ya no estarán.Ignore los mensajes de Nate y de Michael y rechacé las llamadas de Tayna y mi madre.
¿Sera que mi soledad provocó esto?
¿O que lo que viví con tanto dolor hace muchos años está causando estragos ahora?
¿O podría ser un signo más como revelación de mis ya recurrentes problemas afectivos?
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Somos más de lo que el amor podría ser...
RomanceNaím Lerman un empresario arrogante y descarriado que con apenas veintiocho años tenía su vida asegurada, luego de tanto tiempo viviendo en un profundo rechazo de sí mismo y resistiéndose a sentirse completamente feliz, la terrible noche que vivió...