De los tres, yo era el que siempre tomaba el camino más fácil, el rebelde, el inconsciente, ellos por lo contrario, eran precavidos, y mucho más tranquilos, aunque cometían imprudencias propias de la edad, no llegaban a mi nivel.
Nate siempre era el sensible, el que le pedía disculpas a su madre si cometía algún error, el que temía luchar por su sueño de ser actor por no romperle el corazón a su padre o el que se negó a su primera oportunidad en el cine por no restregarme su suerte cuando murió Kendall.
Sencillo, amable y espontáneo, tomaba el metro si le daba la gana, y no le importaba beber cerveza barata si era lo único que había.
Michael era el centrado, no era insensible, ni pasional, siempre actuaba de manera neutral, analizando los beneficios o las consecuencias que podía provocar sus acciones, un estudiante brillante en la secundaria y en la Universidad, un ciudadano admirable, aunque su personalidad era reservada, y ante algunas circunstancias actuaba de manera tajante. Vestía impecablemente bien, podría jurar que si vestía algo que no fuera exclusivo quizás su piel reaccionaria con alguna agresiva alergia. Siempre lo consideré algo taciturno, pero a pesar de eso, cuando Kendall murió me apoyó incondicionalmente, incluso cuando yo rechazaba aquello.No podía decir que nunca he visto a Michael actuando de manera errónea, claro que lo he hecho, a veces no sabía cómo controlar su furia, y otras, he presenciado su arrogancia en su máxima expresión, pero cuando pasaba eso, lo justificaba en mi mente, y me decía a mí mismo que quizás malinterpreté sus comentarios o acciones.
— Pensé que ya lo habías matado.
—Ya comprendo cuando me decías que es osado, le he puesto el arma en su frente e igualmente insiste en saber de esa mocosa. — Respondió Jerry.
—Michael. — Musité consternado. Sin entender aún todo.
— Cierra la boca imbécil. — Dijo tajante. Se sacó la gabardina negra, sus ojos eran intensos, y parecían aún más oscuros.
—Michael eres mi amigo. ¡No! ¡Eres como mi hermano! ¿Qué mierda estás haciendo? ¿Qué carajo te sucede?
— ¡Que te calles! —Gritó. — ¡No te bastó con hacer un puto escándalo en la fiesta! ¡Hijo de puta! — Vociferó.
—¿Quién mierda eres tú? Este no es el Michael que yo conozco.
—Este es el Michael que siempre he sido cuando se meten en mis planes. — Dijo. —Terminemos esto de una vez, mátalo Jerry. — Ordenó
— Lo pensé, y creo que debes hacerlo tú, tú los tuyos y yo los míos. ¿Recuerdas? — Dijo Jerry, mientras nos seguía observando divertido como si esto fuera parte de un espectáculo. Michael tomó el arma y la rastrilló, me miraba directamente a los ojos, pero su mirada era fría, como si estuviera viendo a su presa mientras está cazando.
—No te miento, me da pena esto, pero no tengo otra opción. — Susurró. — ¿Sabes cuanta intimidad hay entre un asesino y su víctima? — Preguntó, yo aún seguía sin poder reconocer a esta persona que estaba frente a mí. — Cuando matas a alguien con tus propias manos, cuando pones tus manos sobre el cuello de alguien y empiezas a apretarlo, sientes su respiración cortada, su lucha, incluso los latidos acelerados de su corazón. Es una sensación excitante, te llena adrenalina, nada de las cosas que he consumido me ha dado tanto placer.
—Michael...
—Pero asesinar con un arma, es aburrido... — Interrumpió. —Es aburrido, y demasiado rápido, no sientes ese contacto, esa cercanía con tu víctima. Pero dada a la situación, tengo hacerlo así, no me gustaría tener ese tipo de intimidad contigo. — Agregó.
—Soy como tu hermano ¡Maldita sea! — Grité iracundo, traté de soltarme con desesperación.
— Kendall también lo fue. — Gritó. — Ella también fue cercana a mí, ¡YO LA AMABA! ¡LA AMABA MALDITA SEA! — Vociferó.
—Tranquilízate Michael, ella lo merecía, recuérdalo. — Agregó Jerry.
—¿Qué acabas de decir? — Pregunté de inmediato.
— Ella se metió, ella sabía que yo maté a Carlos, se enteró un día antes de que desafiaras a Robert, y la maté Naím. — Dijo, con los ojos enlagunados, pero no mostraba tristeza, su rostro estaba empapado de rabia. —Si tan solo se hubiera metido en sus asuntos. — Replicó.
—¿MATASTE A MI HERMANA? — Grité. Me moví con fuerzas de la silla, tratando de soltarme con exasperación. —¿MATASTE A MI HERMANA? — Grité nuevamente, mi respiración era acelerada y sentía que mi corazón se saldría de mi pecho. El recuerdo que tengo de Kendall recostada, con su suéter destilando sangre, lo ha provocado él. Mi mejor amigo, Michael, el que ha sido parte de mi familia, el que ha puesto flores en su tumba, el que le dedicó unas palabras de condolencias cuando enterramos su cuerpo, el que ha cenado en la casa de mis padres, y ha llorado la partida de Kendall.
—Es mucho de asimilar, lo entiendo, mi vida no ha sido tan fácil de igual manera. — Respondió.
—Michael, ella era... Ella era como tu hermana... — Dije con los ojos llenos de lágrimas y la respiración entrecortada.
—Fue mucho más que eso Naím, amé a tu hermana como nunca en mi vida, amé en secreto cada detalle de ella, la única persona que ha logrado hacerme sentir tanta admiración después de ella, ha sido Lucy. — Agregó con su mirada aun perdida.
Aún seguía con la pistola en mi frente.
—No puedo creer esto Michael, no puedo...
—¡Pues créelo! — Gritó exaltado. —Mi adolescencia la viví siendo subestimado por todos. Estoy harto de esa mierda... — Dijo.
—Esto no justifica todo lo que has hecho. — Grité.
—Termina con esto Michael, me estoy aburriendo...— Dijo Jerry.
—No eres más que un hipócrita. ¿Filántropo? ¿Para qué? ¿Para solapar tus verdaderas acciones? ¿Tus verdaderas intenciones? —Respondí. Él lanzó su puño en dirección a mi rostro, de repente solo pude ver la sangre gotear en el piso. No sentí dolor. Giré mi rostro nuevamente para mirarlo. — Te convertiste en lo mismo que ha sido tu padre. Un verdadero monstruo. — Susurré.
De repente se lanzó hasta a mí destruyendo por completo la silla en donde estaba sentado. Traté de soltarme y esquivar su golpes que eran incontrolables, Michael se había convertido en una persona totalmente desconocida, su furia era impenetrable, su mirada estaba desorientada, y sus ganas por matarme lo hacían actuar desenfrenado.
Al romperse la silla las sogas se soltaron pero seguían enredadas alrededor de mi torso y mis pies, aunque ahora tenía muchas más libertad aun dificultaba mi movilidad.
—No te atrevas a hablar de mi padre.— Gritó, me lanzó un puño, y otro, y luego se levantó de inmediato y me pateo fuertemente en las costillas. Lancé un grito ahogado. — ¿Eso es lo que has pensado todo este tiempo verdad? Mira quien habla de hipócritas.
—Jamás he negado la perversidad de tu padre, pero nunca creí que tu seguirías esos pasos... — Musité con dificultad.
La luz de repente se apagó, dejando totalmente oscuro. Caí en cuenta que no había ninguna ventana, ninguna minúscula entrada de luz, lo que me hizo suponer que estábamos en un sótano o era de noche. En este momento no tenía noción ni de mi ubicación ni de cuánto tiempo estuve inconsciente.
—¡MALDITO! — Gritó. Me arrastré por el suelo amaderado, mientras terminaba de soltarme. —¡Hijo de puta! — Vociferó. Tanteé el piso para encontrar algo para defenderme, tomé una parte de la silla, y a ciegas me levanté y traté de correr. Escuché un grito que estaba seguro que era de Jerry, y corrí estrellándome con algún objeto que no podía ver debido a la oscuridad, y de repente solo sentí sus manos presionando mi cuello, hasta el punto de no poder respirar, lancé un golpe a ciegas, y forcejee para quitármelo de encima, Michael era fuerte, y su habilidad para pelear siempre ha sido superior a la mía o a la de Nate, aun así yo no me quedaba atrás y lo golpee en lo que creo yo fue su nariz. Se quejó del dolor pero aun así no me soltaba.
Oprimió mi cuello y sentía que poco a poco perdía la fuerza, que poco a poco perdía esta pelea.
—Lucy no fue más que un simple pasatiempo que me encontré en Rivertterdam, no fue fácil convencerla, es más, nunca lo hice, por eso la obligué.— Susurró. — Tenía que drogarla demasiado para que se deje tocar, ahora no es más que un vegetal, luego de matarte a ti, me desharé de ella. — Dijo.
—No... No... — Balbuceé. Mientras tiraba golpes al azar.
— Ves, te dije que esto es muy íntimo.— Susurró en mi oreja.
Las luces se encendieron nuevamente y no pude evitar sorprenderme al ver uno de los enmascarados apuntando nerviosamente con la pistola.
—Vamos, mátalo. — Ordenó Michael, y de un momento a otro el hombre apuntó directamente hasta la frente de él. — ¿Qué mierda estás haciendo? — Dijo, su rostro estaba también ensangrentado, su nariz goteaba sangre sin parar.
—Lo siento Señor Berson, pero no puedo meterme con un Lerman. — Dijo, con el dedo en el gatillo a un paso de presionarlo. Jerry de repente desapareció, y no había nadie más que nosotros.
—Hijo de puta... ¿Me vas... ¿Me vas a traicionar? — Balbuceó consternado.
—Hace tiempo quería salir de esto Señor, pero usted no me permitió continuar con mi vida. Estoy harto de sus amenazas, prefiero vivir en la cárcel que seguir en este puto ambiente. — Musitó el hombre, sus manos temblaban, se acercó a Michael, y él levantó sus manos mientras se alejaba poco a poco de mí. — Soy una vergüenza para mi familia, mi hija es apenas una niña, por lo menos quisiera una vez que me recuerden por haber hecho algo correcto.
—Puso su la pistola en medio de su frente, y aunque su respiración era fuerte, se podía sentir que estaba decidido a matarlo.—No lo hagas, no lo mates. — Dije sin más. El regresó la mirada hasta a mí, y de un momento a otro Michael huyó, corriendo con desespero hasta la salida. Él le disparó, y cayó al piso de inmediato, quejándose de dolor.
—Le disparé en su pierna, no morirá. Ahora salgamos de este infierno. — Musitó nervioso. Por su apariencia no tenia más de veintidós años.
Lo seguí, mientras él se dirigía, hasta una de las puertas que daba a un largo pasillo, con paredes mohosas y con manchas de humedad.
Me percaté que tenía un nudo en el pecho, aún seguía sin entender todo. Michael ha sido el causante de tanto dolor, de que casi la mitad de mi vida haya vivido con culpa carcomiéndome los huesos, seguía sin entender como pudo hacerme esto a mí, a mi familia, a Kendall...
Me detuve y sentí mi respiración entrecortada, sentía que mi cuerpo no podía más.
— Ya llamé a la policía. Están en camino, vendrán aquí, y también le di la dirección del laboratorio de metanfetamina. — Dijo mientras seguíamos caminado. — Jackson. — Dijo su nombre y se sacó el pasamontaña. —He cometido muchos errores, elegí el camino fácil, pero también he estado por mucho tiempo atado a las amenazas de Michael, No trato de justificarme, ni de redimirme, solo quería hacer lo correcto. — Se detuvo ante una vieja puerta de madera. — Sé que tengo que afrontar las consecuencias de mis acciones, sé que la justicia me castigará.
—Gracias por esto. — Susurré. — Él, él asesinó a mi hermana. Michael Berson, la persona que consideré mi familia, mató hace diez años a mi hermana, y ha presenciado la manera tan miserable en la que he vivido desde entonces.
—Es una red inmensa, solo continuó con el trabajo que hacía su padre. — Dijo. — Cuando ella llegó sentí mucha lástima, fue como si hubiera visto un perro en la calle, y simplemente decidió adoptarlo, a la fuerza. Ella se negó, pero el señor Berson, estaba completamente obsesionado. Prácticamente pasaba dormida todo el tiempo por los sedantes, pero hace unas semanas él se molestó y le dio un fuerte golpe en la cabeza. — Una punzada en mi pecho me afectó de repente, sentía que ya no podía soportar más dolor, y cuando el abrió la puerta desde lejos la vi recostada sobre una cama, al entrar, el ambiente olía a vainilla, por una vela que se encontraba en un viejo velador, y con su rostro tan pacifico, como si nada de esto fuera una completa atrocidad.
Tenía varios moretones en su rostro, su ojo estaba hinchado, sus labios agrietados y con una herida bastante visible, y sus brazos estaban llenos de hematomas que es la evidencia de cuanto maltrato y dolor ha vivido estas últimas semanas.
Su piel estaba sucia, y la habitación en donde estaba era deplorable.
Mis ojos se enlagunaron de lágrimas, no pude resistir más y tan solo caí ante ella agobiado por todo.
— Te encontré. — Susurré llorando. — Lucy Loid, te encontré. — Repetí tomándola en mis brazos y acariciando su rostro con tanta delicadeza como si fuera de cristal. Vi cada milímetro de su ser, y me agradecí a mí mismo haber puesto tanta atención a sus detalles, que estaba completamente seguro que era Lucy, mi Lucy. — Te dije que te encontraría... — Le di un beso en su frente y me hundí en un llanto silencioso mientras mi alma estaba completamente, en agonía.
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Somos más de lo que el amor podría ser...
RomanceNaím Lerman un empresario arrogante y descarriado que con apenas veintiocho años tenía su vida asegurada, luego de tanto tiempo viviendo en un profundo rechazo de sí mismo y resistiéndose a sentirse completamente feliz, la terrible noche que vivió...