El viento soplaba fuerte, causando que las personas arreglen su bufanda para no sentir más frío. El parque Robbinson transmitía tanta paz que incluso, ni los ruidos de unos que otros autos arruinaba la atmósfera de tranquilidad.
—No lo sé. Quizás sí, o quizás puedes ser un producto de mi imaginación. Ayer estaba muy drogado. — Respondí y ya fue muy tarde, me di cuenta lo mal que sonaron esas palabras, incluso para mí. Su tono no fue de histeria ni de furia, su cara fue de miedo, de terror, y con aquellos ojos llenos de lágrimas trató de responderme.
—¿Imaginación? ¡Yo soy de carne y hueso! — Exhaló con voz temblorosa. «Esto es un mal sueño» «Esto es un mal sueño» «Esto es un mal sueño» Repitió una y otra vez. Llevándose las manos a las orejas.
—No quise decir eso, es solo que, no puedo entender qué está pasando. —Respondí, era demasiado orgulloso para consolarla por mis fuertes palabras, y ella era una completa extraña para disculparme.
— Soy Lucy Loid. tengo 26 años, y soy enfermera. — Respondió con los ojos llenos de lágrimas, evidentemente se estaba armando de valor para poder decirlo.
—¿Vives aquí en Thosán? — Pregunté. Ella me miró de inmediato... Su mirada parecía vacía. La duda y la incertidumbre la empapó tanto que sus ojos ya no tenían el mismo brillo.
— Sí, creo que sí. — Respondió.
—¿Crees? — Pregunté nuevamente.
— No, no lo sé. — Dijo llevándose las manos nuevamente a su cabeza. — No sé, no recuerdo en donde vivo. ¿Quién mierda no recuerda en donde vive? — Se preguntó retóricamente.Charlie mi chofer me vio extrañado y se acercó con recelo a mí.
Quien sabe desde qué hora estuvo observándome.
—¿Señor Lerman? — Preguntó. — ¿Qué está haciendo? — Preguntó aún más confundido cuando me vio que prácticamente estaba hablando frente al árbol en donde Lucy estaba arrimada.
—Solo estoy tratando de respirar aire puro. — Mentí.
—Ah, pensé que estaba hablando con alguien por el handsfree. —Dijo mirando el típico audífono que utilizo para responder las llamadas de la empresa.
«Claro, eso hubiera tenido más sentido que lo que dije.» Pensé.
— Ah sí, hace un momento contesté una llamada. — Respondí nervioso. — ¿Qué más puedo estar haciendo? ¿No ves que estoy solo? ¿Lo estoy verdad? — Pregunté soltando una risa fingida.
—Pues no. — Dijo.
Lucy me miró con unas chispas de esperanza en sus ojos y miró a Charlie de inmediato.
— Claro que no, porque ahora está conmigo. — Respondió. Ella bajó los hombros y adquirió nuevamente el mismo semblante de hace unos minutos.
Esta vez me estaba empezando a desesperar. ¿Qué está pasando? Ella se ve tan real, su rostro, y su piel, el tacto de sus manos al examinar mi herida el día de ayer, todo es tan real.
¿Por qué solo yo puedo verla?
Saqué de mi billetera dinero y se lo di a Charlie.
—Ten. — Dije y le di un par de billetes de cien.
—Pero Señor Lerman ¿Qué está haciendo? ¿Es un adelanto de mi sueldo? — Preguntó.
—Es un regalo. Tomate el día libre Charlie. Yo me llevaré el auto. — Dije.
—¿Usted está seguro? —Preguntó.
—Sí. — Respondí firme y le arrebaté las llaves del auto.
El me miró analizando cada uno de mis movimientos. Yo traté de decirle a Lucy que me acompañe al auto sin parecer un loco frente a Charlie.
—Bueno, será mejor irnos a casa... Perdón, será mejor que me vaya a casa. — Charlie me miró totalmente embrollado. — ¡Disfruta tu día! — Exclamé y me alejé.
Nos dirigimos hasta el auto y traté de recuperar la postura.
—¿A dónde vamos? — Preguntó.
— A mi casa. — Respondí mientras conducía.
—¿A tu casa? ¿Por qué? — Preguntó confundida.
—Pues ya sabes, quiero ir a un lugar en donde no piensen que estoy loco por hablar solo. — Respondí.
—¡No lo estás! — Exclamó Lucy a la defensiva.
— O quizás si lo estoy, quizás solo eres un producto de mi imaginación, quizás ayer me golpee muy fuerte la cabeza y todo esto no está pasando. — Dije tratando de buscar respuestas. Cuando giré mi rostro vi su puño acercarse a mi brazo.
A pesar que era una mujer pequeña su fuerza era considerable.
—¿Por qué la violencia física? — Pregunté indignado con una mueca de dolor.
—¿Te dolió? Pues felicidades, tu imaginación es tan increíble que te genera dolor físico. — Respondió molesta.
—Discúlpame. No eres la única que está metida en esto. ¡Yo también lo estoy! — Me disculpé gritando.
— Claro, tú también lo estás. Pero al menos a ti te pueden ver. — Gritó también. — Estoy perdida, no recuerdo donde vivo, no recuerdo quienes son mis padres, ni cómo llegué hasta aquí. De repente no recuerdo nada y estoy desesperada. ¿Estoy muerta? ¿Qué pasó conmigo? — Se preguntó con lágrimas en sus ojos. La adrenalina recorrió todo mi cuerpo haciendo que presione el acelerador de forma involuntaria.
—¿Por qué no recuerdo nada? y más que todo ¿Por qué de todas las personas, tu eres el único que puede verme? ¿Por qué justamente con alguien como tu? ¡Un completo patán! — Gritó aún más, y yo no me quedé callado, mi sangre hervía de la ira.
Frené a raya y el impacto nos tumbó hacia adelante.
—¡Ah no! ¡Es que yo estoy hablando con la persona más agradable que he conocido! — Grité sarcástico. — ¡Por lo menos me pudo haber tocado a una mujer realmente atractiva para volverme loco con gusto! —Chillé iracundo.
Al instante su bofetada impresionó mi mejilla.
—Eres un idiota, superficial y arrogante. — Dijo, sus palabras salieron con tanta rabia que si hubieran sido cuchillos, me hubieran herido uno por uno.
— Bájate del auto. —Grité. —¡Bájate del puto auto! —Grité más fuerte. Mi gritó salió con tanta rabia que a ella le tomó por sorpresa.
Sus lágrimas salieron de sus ojos y se derramaron por sus mejillas.
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Somos más de lo que el amor podría ser...
RomanceNaím Lerman un empresario arrogante y descarriado que con apenas veintiocho años tenía su vida asegurada, luego de tanto tiempo viviendo en un profundo rechazo de sí mismo y resistiéndose a sentirse completamente feliz, la terrible noche que vivió...