Capítulo 3

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Si mañana nunca llega



Llegaba tarde otra vez y para mi mala suerte parecía que el ascensor iba cada vez más lento.

Me acerqué corriendo a los vestuarios empezando a desabrochar los botones de la camisa cuando al abrir me encontré a Mer y a Cristina.

-Vaya, parece que estamos coordinadas –sonreí mientras me quitaba la ropa de camino a mi taquilla.

-Llegas tarde –murmuró Cristina.

-Vosotras también.

-No puedo permitirme cabrear más a Bailey. ¿Creéis que lo habrá contado?

- ¿Lo del coche? –le preguntó Cristina.

-Sí.

-Mer, os pilló a ti y a Shepherd durante la fiesta de Izzie y todavía no te habla. Creo que espera a que los demás lo descubran para disfrutar cuando se te echen encima.

-Si lo averiguaran, podrían, ... podrían echarme o...

-No... Oficialmente no –continuó Cristina. –Te pondrían en una lista negra, te prohibirían operar. Se lo dirían al gran jefe. Sería humillante, pero vivirías.

-Se acabó. Esto tiene que acabarse. ¿No os parece?

-Meredith, cállate –pasó primero Cristina.

- ¿Qué?

-Vamos Mer.

- ¿Acabas de decirme en serio que me calle? –parecía que Meredith no iba a dejar pasar el tema.

-Por favor. Tienes a un médico al que le encanta que abras la boca y digas: ¡ah! –asentí dándole la razón mientras me recogía el pelo. –Es el sueño americano. Deja de llorar.

-No puede traer nada bueno acostarse con el jefe.

-Cristina, Keyra, llegáis tarde –apareció Bailey por delante nuestra con los demás internos siguiéndola.

-Meredith también –acusamos a la vez la asiática y yo.

No hubo contestación. Me acerqué más a Mer para susurrarle sin que los demás se percataran:

- ¿Lo ves? Te hace el vacío.

Seguimos a Bailey por los pasillos hasta la puerta de una habitación.

-Cuando crucéis esta puerta, tendréis que guardar decoro. No os reiréis, ni vomitaréis. ¿Entendido?

- ¿Reírnos ha dicho? –preguntó Izzie mirándonos.

-Espera y verás.

Alex fue el primero en entrar, seguido por Izzie, que se quedó congelada ante la paciente.

-Buenos días, Srta. Connors –le saludó Bailey.

-Buenos días.

- ¿Qué es eso? –nos susurró George.

-Un tumor.

Empujé un poco a Cristina porque se había oído bastante bien su respuesta.

Alex se volvió a adelantar, mostrando una sonrisa a la paciente.

-Buenos días, Annie. ¿Cómo estás? Estos son mis compañeros internos.

-A nuestros pacientes nos dirigimos de usted –le recordó Bailey, pero la paciente le interrumpió.

Anatomía de GreyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora