Capítulo 10

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Urgencias estaba abarrotada y todos estábamos allí por un tiroteo en un restaurante, incluso habían dejado pacientes en la entrada porque no quedaba sitio en Urgencias.

-Un cliente violento se puso a disparar –explicó Izzie.

-Dicen que escapó.

- ¿En serio?

Cristina y yo nos acercamos a Bailey. Nos tocaban dos chicos jóvenes.

-Neal Hannigan y Deborah Fleiss. Ya estaban pagando cuando entró –informó Cristina.

-Herida de bala con orificio de salida en el brazo derecho. Parece que otra bala le rozó la espalda –nos informó el enfermero antes de irse.

-Bien. Irrigad la herida y hacedle una radiografía. Ponedles la antitetánica –nos ordenó Bailey.

-No se preocupe por mí, ocúpense de Deborah.

-Ah, ahora te preocupo.

-Te he pedido perdón.

- ¿Perdón? ¿Disparan, te escondes detrás de mí y pides perdón?

- ¿Te escondiste detrás de ella? –le preguntó Cristina dejando de revisar a la chica.

Yo negué con la cabeza mientras examinaba la herida en la espalda del chico.

-Fue el instinto. No pude evitarlo. Deborah, ya sabes que te quiero.

-Querer, significa no utilizar a tu novia como un escudo humano.

-Compartimos una bala, Deborah. Te atravesó y me dio a mí. Es una señal de que debemos estar juntos.

-No, Neal. Esto es una señal. El agua me está traspasando el brazo. Mira, puedo verte a través del agujero. Es otra señal.

- ¿Sabéis cuál sería una buena señal? Que nos dejarais trabajar y tú te buscaras a otro novio que no sea tan cobarde.





⭕⭕⭕






- ¿Puedo echarte una mano Mer?

- ¿No estabas con Cristina?

-Sí, pero Cristina está con la chica y el chico solo tiene un roce de bala, está bien. ¿Puedo ayudarte?

- ¿Por qué quieres ayudarme? Urgencias está hasta arriba.

-Porque quiero hablar contigo y como hay tanto trabajo es la única forma de que no puedas escapar de mí.

Meredith levantó la vista del historial de su paciente, el cual estaba presente mirándonos callado, para mirarme fijamente. –Vale, si consigues hacer que ese tío se calle.

Miré hacia donde estaba apuntando, encontrando al paciente a dos camas que no había parado de alardear de su seguro médico, aunque nadie le estaba escuchando.

-Veinte pavos a que lo hago en menos de un minuto.

-Hecho.

Mostré una sonrisa amable para acercarme hasta la cama y coger el informe bajo la atenta mirada de Mer y su paciente.

Anatomía de GreyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora