Anatomía de Grey

6

Seis días

Me desperté desorientada y con un pequeño dolor de cabeza por la leve resaca de anoche. Intenté estirazarme, sin lograrlo, por un cuerpo que me tenía atrapada como una serpiente rodeándome.

-Mark -le llamé con la voz un poco ronca. -Mark. Despierta, tengo que ducharme.

Él me apretó más entre sus brazos. -Cinco minutos más.

-No. Tenemos que trabajar, ¿recuerdas? Ese gran edificio con olor a desinfectante y gente moribunda.

-No quiero -se quejó como un crío, recostando su cabeza en mi pecho y tapándose con las sábanas.

Resoplé divertida y empecé a hacer fuerza para que se moviera.

-Vamos. No puedo ser la que siempre llega tarde. Y Tengo que ducharme. Huelo a alcohol y chocolate -me quejé a seguir un poco pegajosa por el uso que le dimos al chocolate.

-Me gusta esa mezcla. No te duches, podemos seguir con la fiesta -bajó a mi cintura repartiendo besos, haciéndome suspirar de placer.

-No sé qué te pasa esta mañana, pero yo quiero ir a trabajar -salté de la cama para entrar en el baño, pero acabé asomando la cabeza divertida. -Si quieres podemos ducharnos juntos.

-No se hable más -tiró la sábanas a un lado para correr hacia mí entre nuestras risas.

⭕⭕⭕

Me acerqué a Cristina y Mer, ignorando por completo a Izzie. -¿Qué hacéis?

-¿Cómo puede ser ese mi padre?

Busqué con la mirada hasta encontrar a Thatcher Grey hablando por teléfono mientras tiraba el café.

-Es una calamidad -se quejó Mer. -Es un desastre. Tartamudea, se le cae todo, es un patoso con quien no tengo en absoluto nada en común. Nada en absoluto.

Me reí al ver al señor Grey sujetando la taza de café con la boca y limpiando el suelo con periódicos mientras seguía al teléfono.

-Sí que os parecéis -se rio Izzie.

-¿Qué?

-Bueno, tú, también tartamudeas de vez en cuando.

-Sí, muchas veces eres igualita que él.

-No es cierto.

-Eres un completo desastre.

-Me confundes contigo -se quejó a Cristina.

-No. Mi piso es un desastre. Mi taquilla también, pero yo no lo soy. A veces tienes comida en el pelo.

-Se te notan las marcas de la tirita en la nariz.

-Mer, cariño. Te conozco desde hace mucho tiempo. Podrás ser una genio en medicina, pero eres un desastre igualita a tu padre. Pero me parece mu bonito que te esfuerces en eliminar esos ronquidos salvajes por Derek -me burlé ganándome un golpe en la espalda.