Capítulo 35

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¡¡Capítulo largo!!

-Perdone señor, yo soy médico- dijo un hombre muy bien arreglado.

-Mi esposa se ha desmayado- le respondió Rafael al doctor.

- ¿Me permite? -preguntó el médico.

-No sé yo...- era patente que Rafael no se fiaba de mucho de aquel extraño que aparentemente decía ser médico.

-Vamos señor...

-Rafael- le contestó él.

-Vamos señor Rafael, no voy a hacerle nada a su mujer. Solo examinaré a su mujer para determinar en qué estado se encuentra y qué ha podido provocar el desvanecimiento que esta ha sufrido.

-Está bien tiene razón, proceda usted pues- mencionó convencido.

-Gracias.

Dicho esto el doctor pasó a realizar la exploración conveniente. Primero con cuidado procedió a abrir los párpados de Nerea, así de esta forma pudo ver cómo estaban las pupilas; segundo le tomó su pulso, aunque a simple vista se notaba que su cuerpo respiraba, decidió que examinar los latidos del corazón de la paciente era mejor; finalmente el doctor dirigió su mano a la chaqueta que llevaba y torpemente empezó a buscar algo, hasta que después de unos cuántos segundos en los que Rafael se encontraba en tensión, el médico halló lo que buscaba.

- ¿Qué es eso? -preguntó nervioso Rafael refiriéndose al frasco que el doctor tenía en su mano.

-Tranquilícese Don Rafael, solo le daré a oler a su esposa este producto con olor repugnante para que despierte- le explicó.

- ¿Cree usted que funcionará? Yo no lo veo muy factible.

El médico no pudo más que reír ante la pregunta de aquel marido histérico.

-Señor, aquí el médico soy yo, usted no se preocupe que si lo hago es por algo ¿no cree?

El esposo de Nerea asintió y continuó viendo como el médico ejecutaba con su plan de darle a oler a su mujer aquel pequeño bote que contenía un líquido de color extraño.

-Fos... ¡Qué asco! -se quejó Nerea por aquel aroma tan repugnante que desprendía el frasco.

-Ya despertó la Bella Durmiente- comentó burlesco el doctor.

-Nerea ¡qué susto! -exclamó aliviado Rafael a la vez que ayudaba a su mujer a incorporarse del suelo de piedra de la plaza.

-Estoy bien, no te preocupes. Pero... ¿qué ha ocurrido? -cuestionó confusa.

-Yo le diré lo que pasó- sentenció el médico.

-Adelante- dijo el matrimonio al unísono.

-Usted sufrió un desvanecimiento si no me equivoco porque tiene el hierro bajo, usted padece de Anemia, una enfermedad común en las mujeres a causa de que no se alimentan bien.

-Entonces... ¿qué debo hacer para evitar que no ocurra lo msimo?

-Pues muy fácil, solo tienes que comer más alimentos que contengan más hierro; por ejemplo: frutos secos, verdura, carne, legumbres.

-Vale muchas gracias por su consejo e intervención- le agradeció Nerea.

-Nada señora, es un placer poder ayudarles.

-Por cierto doctor- habló Rafael.-Tome por su servicio- le pagó unos cuántos billetes de lire* de valor de unos 2.000 lire.

-No hace falta, para eso estamos los médicos.

Como los trenes ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora