Capítulo 2

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(Continuación del primer capítulo)

Empieza Nerea:

Cuando...cuando- Mientras Nerea tenía los ojos cerrados tratando de recordar aquel día, resbaló una lágrima por su mejilla- cuando te fuiste, ese día cambió mi vida para siempre.

Aún recuerdo ese día, era un día precioso- dijo con cierta nostalgia y con una sonrisa, la cuál sus ojos delataban que su sonrisa no era de felicidad

-Sí, si que lo era.

-Sí, era uno de esos días en los que sentarse en el verde prado, llevar un picnic y leer un buen libro bajo la sombra de un árbol, tal como la primera vez que nos conocimos. Bueno, volviendo al tema, como las lluvias ya habían parado y ese día estaba tan bueno que por eso fui a visitarte. Recuerdo, que toqué la puerta de tu casa con tanta ilusión como un niño con zapatos nuevos, pero no había nadie, este hecho me resultó un tanto extraño, ya que tu siempre solías estar rodeado por tus amigos.

Como dicen la curiosidad mató al gato, así que inmediatamente fui a coger la llave secundaria de tu casa, pero supongo que eso ya lo tenías planeado, no me fue difícil encontrarla.

Abrí, entré y ví esa carta, en ese momento no me pude haber imaginado cuánta repercusión* tendría en mi vida ese trozo de papel, esas letras- mencionó apesadumbrada- Me dirigí hacia la mesa dónde estaba aquellas letras, la leí sí, y no una vez solo, sino varias- estaba dolida y cada vez que Nerea recordaba aquello, era como si las espinas de una rosa se le clavaran en el alma. Tomó aire y prosiguió- Como te dije leí la carta varias veces y cada vez que la leía de nuevo era como si me clavaran puñales, puñales a medida que iba leyendo tus palabras, tus frías palabras, que me transmitían la sensación de que eras un hombre rudo, frío, distante, incapaz de sentir. Cuando- inspiró aire- terminé de leerla, me derrumbé en la misma mesita dónde se encontraba la carta, y en esa misma lloré por ti y por tu partida.

-Siento haberte hecho pasar por un mal trago- dijo con voz triste y arrepentido.

-Si te soy sincera aún recuerdo aquellas palabras distantes y rudas.

-La verdad es que nunca se me ha dado bien escribir cartas, y menos las que hablan de un tema tan calido- explica, mientras Rafael pasa la mano por su cabeza sacudiendolo.

-Lo recuerdo perfectamente. Todavía tengo presente cuando nos carteábamos, al principio no sabía si estaba hablando con el mismo chico que conocí en las fiestas tradicionales del pueblo o con otra persona.

-¡Qué buenos recuerdos aquellos!

-Sí.

-Y...¿después?

-¿Cómo que después?- preguntó algo extrañada.

-Sí, ¿que pasó después?- preguntó con cierto aire de curiosidad.

Repercusión: influencia.

Bueno hasta aquí el segundo capítulo.

¿Qué pasará?
¿Qué le dirá?
¿Nerea habrá hecho su vida?
¿Rafael lo mismo?

Espero que os haya gustado.

Besos.

Como los trenes ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora