-Wi... Wi... William- susurró Nerea casi inaudible.
William que estaba de perfil dió media vuelta para ver a la persona que lo había llamado y era inaudito lo que tenía delante de sí, no era William, era otro hombre.
Este hombre era muy parecido a su ex-marido, compartían los mismos rasgos físicos, tales como: el cabello marrón, la cara delgada, nariz aguileña, y cuerpo flacucho.
-Madame- mencionó aquel espectro de William.
Nerea volvió de su ensoñación cuando este hombre la llamó.
-Pardon monsieur- dijo todavía pálida y rápidamente se dirigió al baño.
Nerea se miró en el espejo y pudo observar como pequeñas gotas de agua salada derrapaban desde sus ojos por aquella confusión que hacía unos segundos había vivido.
El susto que se llevó, la había transportado al pasado de una manera vertiginosa, todos sus miedos se habían hecho uno causando desesperación y temor a Nerea.
Volvió a mirarse en el cristal, un poco de maquillaje se le había corrido, temblorosa por la jugada de su mente, abrió la llave del agua, y se aplicó con mucho cuidado agua al rededor de los ojos, una vez que terminó de limpiarse los ojos, se miró de nuevo, respiró profundo y salió un poco dudosa.
-Ya estas aquí- anunció alegre Rafael.
-Sí- contestó ella parca en palabras.
-La comida ya está servida. ¿Comemos?
-Vale- dijo vanamente.
Nerea estaba ausente, había comido tan solo un poco, aunque los restaurantes de gama alta son conocidos por las pequeñas cantidades de comida que suministran al público, ella no había tocado mucho el primer plato, de hecho se podría decir que casi estaba intacto.
-Nerea, ¿qué pasa?- habló al fin Rafael que no pudo contener más la preocupación al verla distraída.
-Nada- apartó su vista.
-Nerea tú a mí no me engañas, sé que te pasa algo, contra...- levantó sus manos y las dejó caer en la mesa sin hacer mucho ruido-...se nota que estás más rara que un perro verde. Dime la verdad.
-En serio cariño, no es nada- llevó su mano hasta la de su marido, la acarició suavemente y le sonrió vagamente.
Él enarcó una ceja dando a entender que no la creía. Ella de vio obligada a buscar una excusa.
-En serio amor, estoy bien, solo que esto ha sido maravilloso y no quiero qye se acabe.
-Sí tú lo dices- le replicó tosco.
-¡Ay! No te pongas así- se protestó.
La cena siguió su curso, mas no el esperado ya que se mantuvo en silencio hasta que ambos hubieron finalizado.
-Nerea sabes que puedes contarme todo lo que pase, ¿no?- dijo Rafael una vez fuera de la gran torre.
-Lo sé, lo sé - el segundo "lo sé" lo pronunció mas bajo que el otro, quizás para convencerse.
****
Llegaron al hotel, tomaron el ascensor hasta la tercera planta y cogieron rumbo a su habitación, la 308.
Lo primero que Nerea hizo fue quitarse el calzado e ir corriendo en dirección a la cama para tirarse en ella, sin duda estaba muy cansada y normal con el día que había tenido. De repente otro cuerpo cayó sobre la cama junto ella, era Rafael. Este la miró, le sonrió y finalmente la besó como si el mundo se fuera a acabar, como si los mañanas no existiesen, aprovechando cada segundo de poder palpar la suavidad que sus labios desprendían.
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Como los trenes ©
RomanceComo los trenes, es una novela basada en una historia de amor, donde los sentimientos nunca se acaban, jamás desaparecen. "Miserable, ese es tu nombre; idiota, ese es tu apellido; desdichado, tu corazón y hundido, por fuera. " Un paseo común, unos s...