A las primeras campanadas y disparos de armas los capataces de don Fernando huyeron despavoridos en busca de seguridad, porque comprendieron que allí era el ataque.
Don Fernando se preparaba para la defensa, y fue en mangas de camisa a tomar un rifle de caza que tenía bien provisto de municiones; pero Lucía se interpuso suplicante repitiendo angustiada:
-¡No, Fernando mío, no! ¡Sálvate, sálvame, salvémonos...!
-¿Y qué hacer, hija? No hay otro remedio, porque moriremos indefensos -repuso don Fernando intentando calmar las impresiones de su esposa.
-Huyamos, Fernando -dijo Lucía aprovechando de las últimas palabras de su marido.
-¿Por dónde, Lucía querida? Las entradas de la casa están ya ganadas -respondió don Fernando tomando una caja de cápsulas de Remington, y echándosela en el bolsillo del pantalón.
Las voces se repetían en la calle, cada vez más aterradoras e implacables.
-¡Bandoleros!
-¡Advenedizos!
-¡Forasteros!
-Sí, ¡la muerte! ¡la muerte...!
Eran las palabras que se alcanzaban a percibir en ese torbellino de la asonada. De improviso se dejó oír una voz nueva, fresca, sin los gases del alcohol, que, con toda la arrogancia y serenidad del valor, dijo:
-¡Atrás, miserables! ¡Así no se asesina! Y otra voz apoyó la anterior, diciendo:
-Nos han engañado, ¡miserables!
-No hay tales ladrones -observó la misma voz que apoyó a la primera.
-Por acá la gente honrada -gritó uno con valor.
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Aves sin nido
RandomAves sin nido, considerada la primera novela indigenista, publicada en 1889 y escrita por Clorinda Matto de Turner, una verdadera pionera del género en Latinoamérica. En la historia se despliega una gran protesta social frente a la injusta realidad...